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MARTIRIO DE SANTA OLALLA
(por Mª Dolores Rodríguez)


Toda Mérida recorren

soldados de cresta roja

y en el monte de Minerva

van despojando las ropas.
 

Olalla como era niña

al cielo le preguntaba:

¿Qué sacrificio le pides

a mi vida tan temprana?
 

No escuchaban su plegaria

y nadie le respondía,

solo trepidan caballoS
y el fuego que se encendía
 

Van afilando cuchillos

los garfios resplandecían,

y los senos de la niña

hacia el cielo volarían.
  

¡Traedme bandeja de plata!

-el cónsul la pediría-

recogeremos los senos,

la sangre se perdería.

Pura de azahar y azucena

su cuerpo se le quemaba

al gemir la santa niña

el cielo se quebrantaba.
 

Su sangre brota a raudales

y la piel palidecía

pero el azul de las llamas

como un aura la envolvía.
 

Ya resuenan las espadas

fuego de metal bruñido,

y su sangre derramada

clama al cielo en un quejido.

Caballos de largas crines

montan soldados de Roma,

martirizan a la niña

y en el cielo la coronan.
 

Sus manos libres del cuerpo

por el suelo rodarían,

se unen como una plegaria

y Dios la bendeciría.

    Olalla muerta se queda

en el aire algodonado

y sube radiante el alma

dejando el cuerpo quemado.
 

Ángeles y querubines

le entregan la santa palma

¡Es mártir la virgen niña!

En el cielo la proclaman…
 

Con el correr de los siglos

su sacrificio florece,

de milagros se engalana

bendecida en cielo y tierra
y en Sotana venerada.

 

  

 

  

  

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