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VENDO... TRAJES DE CABALLERO OSCUROS, CLÁSICOS 
(por Antonio Aura Ivorra)


Mi amigo Ludovico, conocido por algunos de ustedes por los “Papeles del día” del Boletín del pasado mes de marzo, estaba en el bar del pueblo esta mañana cuando he entrado a tomar café. Parece que se ha alegrado y me ha invitado: ¡-Hola, amigo, cuánto tiempo sin verte! Vamos, siéntate conmigo y charlaremos un rato… Le saludé también con afecto y acepté su invitación.

   

-Café y cortao, pedimos. Y nos los sirvieron sobre la piedra de mármol blanco de Macael con esas vetas grises características, montada sobre el soporte metálico, sólido, de hierro fundido, de una antigua máquina de coser. Sería una Singer, pensé, no sé por qué. Nos sentamos, sacó un periódico que llevaba en el bolsillo de su chaqueta, lo desplegó cuidadosamente y empezó a contar:

  

-Esta semana en la barbería me he repasado este periódico gratuito de anuncios. Me ha visto tan interesado el barbero que me lo ha regalado: -anda, hombre, llévatelo, me ha dicho. Tiene de todo. Bueno, de todo no, pero casi. Mira, mira: Mucho “señor de buen ver busca compañera elegante”, ¿ves?; mucho ofrecimiento para cuidar niños o ancianos, o para limpieza por horas con referencias y papeles en regla, para camareros, pinches de cocina…, también se ofrecen pintores, peluqueras, jardinero que debe ser polifacético, porque es, eso dice, “obrero de obra y ayudante de mecánica” y se ofrece también para cuidar abuelos… y hasta para pasear perros… ¿lo ves? ¡Uf cuánta mano de obra hay disponible y qué poca es la demanda…! En la “Bolsa de trabajo” hay muchos ofrecimientos como los que ya te he dicho -se repiten- y muy escasas demandas, en su gran mayoría como ésta que te voy a leer y que no responde a los ofrecimientos indicados: “Preciso secretaria particular de 18 a 30 años, española o extranjera, atractiva. Alojamiento gratis. No se requiere experiencia.”; menudo jefe, ¿qué te parece?…

 

-Pues sí, le digo sin haber prestado mucha atención a su comentario pero sí a los anuncios que estoy ojeando. Mira, también hay muchos para vender cualquier cosa que te puedas imaginar: planchas antiguas de carbón, aire acondicionado Panasonic con sólo cinco meses de uso (¿?), lavadora con carga frontal por 90 €, mesa redonda de madera en muy buen estado por 100, libros y “cosas varias”; y por cierre de tienda, vestuario, guantes, mascarillas, estanterías y muebles… mira, mira éste, Ludovico: “VENDO trajes de caballero oscuros, nuevos clásicos, tallas 44-46, tienen 2 años, 20 euros cada uno.” Éste… éste da que pensar… Las tallas parece que corresponden a gente de mediana edad… a ti te vendrían bien.

    

¿Te imaginas la “percha” que vistieron y la historia que pudieron arropar? Seguramente nuestro personaje sería un brillante emprendedor cuidadoso de su imagen o un joven graduado afortunado que en los buenos tiempos encontró su trabajo y los necesitaba. Acudiría a la tienda, tal vez acompañado por su madre o por su novia para escogerlos con ilusión. Con camisa y corbata, además. Pero eso de venderlos tan baratos y con sólo dos años que dice que tienen, sin precisar si son o no usados, llama la atención. ¿Acaso fracasó en su empresa o se le acabó el contrato? ¿Adelgazó demasiado, quizás? Vete tú a saber…de ahí pueden surgir chismes, embustes… qué sé yo.

 

-¡Pues sí que pueden ocultar cosas esos anuncios! O desvelar algo. Mira, mejor no saberlo.

    

-Yo creo que cuanto más sabemos, más confundidos estamos, Ludovico. Y muchas veces, nos recreamos en el aspecto externo de las cosas, y también de las palabras, sin profundizar en su significado y trascendencia. ¿Qué quiso decirnos quien nos habla? ¿Cómo transcribió el mensaje el comunicador? ¿Es cierto lo que se nos dice? Impera la opinión sobre la noticia, según el color del cristal con que la miran.

    

Y mira, mientras unos, pobre gente, para llegar a fin de mes recurren al anuncio gratuito, sobrio, y empeñan o venden, si pueden, hasta la vajilla de Bidasoa heredada de la abuela, otros más afortunados, sustentados por FROBs y SIPs, se asignan, a cubierto y sin la templanza que requieren estos tiempos, emolumentos que sonrojan. Y al tiempo deciden cobrar dos euros mensuales de comisión de mantenimiento a cuentas con menos de dos mil “dando un paso más en el proceso de integración y unificación...”. (La noticia es de agencia). Es decir, según eso, para ir avanzando. Sin ningún recato. ¿Ves? Si lo que se divulga estos días de manera enrevesada en ocasiones en los medios de comunicación es cierto, que todo hay que ponerlo en cuarentena incluso después de separar el grano de la paja, fíjate si nos confunde saber más que en ocasiones no se sabe si algunos pecan por la paga o pagan por pecar. (Mis excusas por el atrevimiento, sor Juana Inés). Y eso, en uno y otro caso, en mi pueblo se llamaría indecencia, que significa “falta de decencia o de modestia” o “dicho o hecho vituperable o vergonzoso”. Pues eso.

 

-Camarero: ¿dos diez por el café y el cortao?

 

-Vale. Precio de amigo.

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