La soberbia es el rasgo característico del español, un ansia de poder en general que entiende la jerarquía social como un estilo necesario de vida en el que nos vemos inmersos desde que tenemos uso de razón. Al decir de los estudiosos del caso, esta peculiaridad nuestra es una herencia de los pueblos judíos y árabes y tiene ciertas connotaciones religiosas. En el Lazarillo de Tormes, el escudero le dice a Lázaro:

          -“Eres muchacho y no sientes las cosas de la honra, en la que al día de hoy está todo el caudal de los hombres de bien.” 

          A veces, el español toma su propia soberbia con humor. Hay un pasaje delicioso en una novelita de Wenceslao Fernández Flórez donde ironiza la hidalguía, vale la pena leerlo:

           “Doña Rosa se había obstinado en que Sergio Abelenda, su hijo, fuera Bachiller. Doña Rosa hubiera querido hacerlo abogado como su padre, pero ni aún con grandes esfuerzos podría permitirse este derroche. Así que acudió a D. Miguel el cura para ver de solucionar el porvenir del pequeño Abelenda. D. Miguel le leyó en la Gaceta una convocatoria para cubrir plazas del Cuerpo de Correos:

          - El Cuerpo de Correos es una cosa nueva, doña Rosa, y puede hacerse carrera….

          Doña Rosa torció el gesto, los Abelenda habían sido siempre gente de profesiones brillantes. Mal estaban los tiempos pero convertir en un cartero a un Abelenda…

          Don Miguel protestó indignado ¡Oficial del cuerpo de Correos! O-fi-cial. Los hijos del coronel Varela se estaban preparando y un sobrino del fiscal de la Audiencia con ellos. Y añadió:     -  Además tienen uniforme con gorra de plato y espadín… y digo yo que un hombre que lleva un espadín…

          Doña Rosa meditó:  -  ¿Llevan espadín?

          Llevan espadín doña Rosa,  me consta…- Y la madre se dejó convencer.”

          Y esto no difiere mucho de las razones que un compañero de estudios mío tuvo para decidirse a estudiar la carrera de Profesor Mercantil:

          Todo son ventajas…puedes hacer la “mili” – decía el compañero - en tres veranos, las Milicias Universitarias que se llaman, te libras del sorteo, no vas a África y sales de alférez de complemento y luego en invierno te puedes poner tu uniforme con la gorra de plato.        

          La nuestra no es una soberbia de altas miras que nos mueva a grandes empresas, es algo íntimo y racial y siempre comparativo. Un orgullo de vecindona, del “yo más que tú”. El hijo del labrador que lleva traje y corbatita, por ser empleado de unas oficinas, mira con superioridad de patricio al labrador que sigue dándole al legón.

          Un conocido mío, de hace bastantes años, a falta de mayores méritos personales establecía en su favor un argumento rotundo e insoslayable, levantaba el dedo índice y decía:

          -Yo soy primo de Gento.