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No es cierto, ni mucho menos,
lo que pudieran decir,
tan solo por presumir,
irresponsables y necios.
No es justo considerar
a gentes que poco hablan,
como malintencionadas
que algo tienen que ocultar.
Tampoco es nada justo
quien, al gastar una broma,
no cree que fuera graciosa
si causara un buen susto.
Nunca resulta aceptable
quien quiere perjudicar
y con su forma de hablar
resulta desagradable.
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No me parece apropiado
que al recibir un favor,
un beneficio u honor
se sientan perjudicados.
No es fácil asimilar
que aquél al que has ayudado,
protegido y levantado,
se dedique a criticar.
Es para mí un gran farsante
quien no duda ni un momento
en inventarse mil cuentos
por parecer importante.
Es un gran embaucador
quien con trucos y artimañas
a todo el que puede, engaña,
cual ladrón o estafador.
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Siempre resulta nocivo
aquél que en mentir no duda
o la verdad disimula
para lograr su objetivo.
Nunca será de fiar
quien, con hermosas palabras,
a tu oído le regala
falsedad tras falsedad.
Siempre produce gran pena
aquél que intenta alabar,
agasajar o adular
con sus “cantos de sirena”.
De todos estos sujetos,
yo, la verdad, no me fío
y hacerles siempre el vacío
me parece lo correcto.
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