Mirar atrás no me sirve de nada,
pues me hace sentir la gran decepción,
dolor y amargura en el corazón,
que hieren a mi alma consternada.
Cada vez que tomé una decisión
siempre resultó decisión fallida
y poco a poco arruinó mi vida
mi falta de criterio y de rigor.
Y tampoco sirve que yo ahora exhiba
claras señales de arrepentimiento,
pues es tarde y nadie me creería.
Solo habré de dejar pasar el tiempo
y rezar con fe hasta el fin de mis días,
rogándole a Dios su perdón eterno.