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Manuel Gisbert Orozco

CUANDO ALFONSO I EL BATALLADOR PASÓ POR ALCOY EN 1125

(por Manuel Gisbert Orozco)


Este rey, que había vencido en veintinueve batallas consecutivas, fue finalmente derrotado por los moros en la que hacía la número treinta, en la localidad de Fraga. No lograron derrotarlo otra vez, entre otras cosas porque murió a los pocos días como consecuencia de las heridas sufridas.

  

Por aquí, en vez de Batallador le llamaríamos “Cul de mal sosiego” porque no se estuvo quieto ni un instante. En 1125 los mozárabes granadinos solicitaron su ayuda para librarse del yugo almorávide, asegurándole que si se presentaba con su ejército, 15.000 mozárabes armados se le unirían.

  

La expedición era una temeridad pero El Batallador no se lo pensó dos veces. Durante todo el verano planificó cuidadosamente la aventura. Llamó a su gente: de Aragón, Navarra, La Rioja e incluso sus compañeros del sur de Francia con Gastón de Bearn a la cabeza también acudieron. Catalanes no hubo. Probablemente ese es el motivo por el cual no se habla actualmente catalán en Andalucía.

  

Partió de Zaragoza el 2 de septiembre de 1125 avanzando por la siguiente ruta: Daroca, Monreal, Teruel, Segorbe y Valencia adonde llegó el 20 de octubre de 1125. Después de saquear sus alrededores para abastecerse y reclutar cuantos mozárabes se le quisieron unir, continuó su camino ante el estupor de los valencianos que esperaban un largo asedio. Recorre: Alcira, Denia, Játiva, Orihuela, Lorca y Murcia; sigue por Vera, Purchena, Baza, Guadix y Granada. Los mozárabes prometidos no aparecieron por ninguna parte y mientras los cristianos vagaban ateridos de frío saqueando los pocos recursos que conseguían encontrar, los moros esperando refuerzos, de África y Murcia, permanecían calentitos dentro de las ciudades. Finalmente la batalla decisiva se dio en Arnisol, cerca de Lucena. La victoria fue para los cristianos y  Alfonso se dio por satisfecho con el botín conseguido y regresó a sus lares acompañado por un buen número de mozárabes que le sirvieron para poblar el sur de Aragón.

  

Una vez contada muy someramente su aventura vamos a centrarnos en la etapa que nos interesa: la de Játiva a Orihuela. Sabemos con certeza que a finales del año 1125 estuvo el rey Alfonso en Alicante, según nos cuenta Escolano en su crónica. Aunque Beuter y Diago, equivocados como siempre, la citan en los años 1123 y 1124 respectivamente. El Batallador se limitó a saquear una villa de Alicante desierta porque sus habitantes se habían refugiado en el castillo e incendiar sus campos. Tuvo sus más y sus menos con el alcaide del castillo y bien sea por orgullo o porque el oro estaba a buen recaudo en la fortaleza no paró hasta conquistarla y saquearla para abandonarla seguidamente, aunque perdiendo un tiempo valioso.

 

Durante aquella época para ir de Játiva a Alicante el camino más corto era el que pasaba por Cocentaina, Alcoy y Jijona.... siempre que Benicadell no fuera un obstáculo. Así lo comprendieron tanto el Cid, como posteriormente Jaime I. Se da la circunstancia de que un año antes de su gran aventura el Batallador organizó una algarada por tierras valencianas, probablemente para inspeccionar el terreno, y llegó precisamente hasta.... ¡Benicadell!

  

Hay que ponerse en la piel de los alcoyanos de aquella época para poder sentir el miedo que sufrieron viendo desfilar, desde lo alto de la villa, el imponente ejército que desfilaba por el cauce del río Barchell, mientras diversas partidas se dedicaban a saquear las alquerías cercanas para proporcionar el sustento diario de sus componentes. Posteriormente ascenderían por el Barranco de la Loba y se perderían en dirección sur hacia Alicante. Tal vez hasta es posible que atacaran la villa de Alcoy protegida por débiles defensas. Seguro que lo que pudo ocurrir quedó reflejado en las crónicas locales de la época. Las mismas que posteriormente las huestes de Jaime I, como en su día hicieron las de Fernando, al que algunos llaman el Santo, con la biblioteca de Córdoba, se encargaron de destruir. Ese es el único motivo de que Alcoy no se mencione en épocas anteriores a la conquista cristiana.

  

No importa, porque actualmente nadie le hubiese hecho caso. Según un historiador alcoyano: “La historiografía actual no admite ningún relato literario sin ninguna evidencia científica”. Yo por mucho que he picado en el lecho del río Barchell no he encontrado ninguna evidencia arqueológica del paso de ese ejército. Así es que si quieren se lo creen y si no: Santas Pascuas.

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