Índice de Documentos > Boletines > Boletín Febrero/Marzo 2012
 

SENECTUD SALVADORA
(por Gaspar Llorca Sellés)


            El paseo era placentero, apacible, gustoso, muy agradable. Las neuronas se columpiaban alegres y chillonas, gritaban alocadas, embriagadas en aquel remanso de la nada, por fin sus vacaciones esperadas llegaron con el tiempo.

 

            Sus patrocinadores, dos longevos, las aireaban aquella mañana en un paisaje verde y frondoso junto a un riachuelo manso y claro que busca el mar. Partícipes del recuadro lo personificaban con sus ademanes y comportamientos prendados de dignidad y sapiencia, que el tiempo talla con signos jeroglíficos en la faz de sus rostros. Ellos, sin saber, puede que el destino, coaligaron una verdadera amistad, joven y prometedora  a pesar de ser tardía. Esa alianza les permitía intercambio de ideas y pensamientos con los que comulgaban con devoción y respeto. El paseo siempre terminaba en acto de contrición, ante la exposición de sus múltiples vivencias, de las que muchas eran ironizadas más por su complicidad y haberlas defendido y promocionado.

  

             Comparaban su estatus de vida, sus orígenes, educación y oportunidades, sus recorridos por los cauces sociales, el final y las consecuencias, y el rédito obtenido.

 

            Y como vuelta a su infancia, emprendían la tarea de modificar recuerdos y con inocencia discutían y se clasificaban, trasladando el pasado al presente, si bien sus reminiscencias no eran obvias, y aceptaban y toleraban sus apellidos de derechas y de izquierdas.

 

            El de las izquierdas, colocaba al de derechas a su diestra, y sacando su reminiscencia empezaba con sus quejas, lamentaciones y su desgraciado natalicio: ¡La vida es un asco!, abrió el progresista, tras una vida de lucha y bregar para adquirir lo que tanto despreciaba y que manifestaba en cualquier lugar y momento. Y con sus heridas ya cicatrizadas por la experiencia y el tiempo, tiempo en que su patrimonio material había crecido, se mostraba benévolo con los de enfrente a los que arrebató algo de su idiosincrasia con perjuicio de sus principios, situación que aceptaba vencido pero sin convencimiento. Conjugaba sobre la insensatez de muchas de sus actuaciones y manifestaciones defendidas en años anteriores.

 

            - ¡Cosas de jóvenes!, introducía el amigo de derechas, moviendo la cabeza de aceptación, con un tinte de ironía en ayuda y al mismo tiempo de satisfacción de lo que él admitía como confesión de su compañero. Y ya creyéndolo feligrés de su parroquia filosofal, removía de nuevo su ya cascada teoría: ¡progresismo! Pero quién no lo desea, igualdad, fraternidad y respeto, riquezas para todos, Jesucristo fue progresista en su “amaos unos a los otros” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” ¿quién lo practica? ni sus allegados ni representantes. Es una idea noble, no te lo discuto, pero irrealizable por el hombre al igual que las virtudes; sí, se pusieron ahí para que el hombre en un momento de arrepentimiento y cuando le manda el corazón las rozase. Y para que las tengamos siempre como meta del espíritu. Es más espiritual que real, piensa que no podemos ser todos iguales, imposible todos rubios o morenos o amarillos, imposible todos buenos ni todos malos, tiene que haber ricos y pobres, explotadores y explotados, guapos y feos, amor y odio, todo lo positivo crea su negativo, y como nos enseña la historia ni la fuerza ni la bondad consiguen imponer esa maravillosas virtudes.

 

            - No me sermonees por favor, ya se que todo eso lo inventasteis vosotros, los poderosos, para aislar a los miserables; y lo defendéis y os servís para sujetarnos y darnos una luz en este caminar peregrino de la vida. Pero no me negarás que el progreso ha elevado al esclavo y al mismo amo, no más hambre no más miseria, leyes que regulen la confraternidad en todos los sentidos, más equidad, mejor reparto.

  

            - ¡Ya está! ¡Y quién no quiere eso! pero cómo, ¿guerreando? ¿matando? O es que será la única manera. Tú mismo, y perdona lo directo, protestas y luchas contra los impuestos, las tasas y todo lo que sea mermar tus bolsillos, defiendes tu libertad, tus propiedades. ¡Es que me lo he ganado yo, con trabajo y sacrificios! Pues necesitamos una mano fuerte e impasible para que se cumpla, ¿una dictadura? Y aclamarás ¡no!, eso nunca, por el producto que nos han dado. Así es que si no cambiamos el corazón del hombre no hay manera…

  

            - No empieces con mariconadas de corazones, almas y demás verduras.

 

  - Sentimientos, amigo, cirugía cardiovascular introduciendo válvulas de bondad en todo corazón naciente.

 

  - Sí, todos mansos, todos imbéciles, todos corderitos y por lo tanto unos  pastores que nos guíen y exploten. ¡Anda ya! ¿Convertirse en robot?

   

  - Miedo me da que las máquinas lleguen a mandar y nosotros seamos piezas de recambio… En fin, por lo que se ve vamos camino de la destrucción total, a la nada. Y vuelvo a lo que hemos llegado tras tantas preocupaciones: La dirección y el gobierno del mundo deben estar en manos de los viejos, de los mayores, del hombre cuando ha llegado a dominar toda ambición y egoísmo. ¿Tú que deseas hoy día? La felicidad de los jóvenes, yo no quiero bienes, poder ni gloria, repites muy a menudo, y no sé si mi me has contagiado que la verdad que yo ya no ambicionaba nada para mi, somos hermosos de espíritu, nuestro cuerpo ya no es perverso, la bondad y el cariño a los demás es lo que creemos que debe ser el lema universal, imposible la corrupción.

 

  ¡Ven, ven hacia aquí, déjame que te abrace fuerte, muy fuerte! Y uniendo sus caras derramaron y mezclaron lágrimas de esperanza.

Volver