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VIAJE A ANDALUCÍA
(por Francisco Navarro Balsalobre)


     La semana del 20 al 26 de febrero se ha realizado el viaje citado teniendo como base de alojamiento Córdoba y visitas a Guadix, Andújar, Baeza y Úbeda. Si en Andalucía Granada tiene como referente la Alhambra y los Reyes Católicos; en Córdoba es La Mezquita, Fernando III el Santo y Maimónides; Andújar la batalla de Bailén; Úbeda y Baeza el Renacimiento que las ha convertido en ciudades Patrimonio de la Humanidad, San Juan de la Cruz y el Misticismo y a ese gran poeta y gran español, don Antonio Machado Ruiz.

     La primera visita la hicimos a Guadix, Julia Gemela Acci para los romanos, capital de la Accitania, paso de la Vía Augusta y lugar de descanso de los legionarios de César, de ahí el gentilicio de sus habitantes: accitanos. Fue el último reino moro en ser conquistado (1489) por los Reyes Católicos antes que Granada, aprovechando las rencillas familiares entre su rey, el Zagal, y el de Granada, Boabdil, que además era su sobrino. Destaca su magnífica catedral tardogótica-barroca-neoclásica así como sus cuevas excavadas en el monte que la rodea por los moriscos cuando fueron expulsados de la ciudad tras su conquista, perfectamente acondicionadas para habitarlas e incluso rehabilitado todo el conjunto con fondos europeos FEDER. Todo ello pudimos disfrutarlo en un recorrido subidos en el trenecito turístico local.

     Seguimos hacia Córdoba sumergidos en un mar de olivos que cubren las onduladas lomas hasta donde abarca la vista... “Aceituneros altivos decidme en el alma de quién son estos olivos…”; indicadores Puente Genil... Lucena... Loja... Benamejí... nombres todos ellos que nos evocan el mito de los bandoleros. “De Puente Gení a Lucena, de Loja a Benamejí... las mositas de Sierra Morena”. Cae la tarde y con una puesta de sol/anochecer magnífica divisamos al fondo la ciudad, destacando iluminadas La Mezquita, La Puerta del Puente y Las Murallas... CÓRDOBA.

     Acompañados del guía iniciamos la visita a La Mezquita –hoy Catedral-: han pasado varios años desde las anteriores visitas, pero el éxtasis que te produce su contemplación es más intenso si cabe. La inicia Abderrahman I “El Inmigrado” (756) al declararse Emir, Jefe político del Islam Occidental independiente de Damasco, y la termina Abderrahman III “El Victorioso” (925) al declararse Califa, Jefe político y religioso del Islam Occidental. Córdoba fue conquistada por Fernando III el Santo en 1236 con poco más de cien jinetes. Pensar que en su patio podían reunirse 30.000 personas antes de pasar a ese bosque de esbeltas columnas y arcos, techos policromados con oro, cristal y lapislázuli; el contraste entre esa luz andaluza que entra por sus ventanales y la de las múltiples lámparas de plata y bronce alimentadas con aceite,  el  aroma de los perfumes con que embadurnaban las paredes, sin duda transportarían a los fieles musulmanes a su cielo prometido. Por cierto, la mayoría de las lámparas se las llevaron los ejércitos franceses para usar el bronce en la fundición de cañones y la plata para costear la guerra.

     Seguimos con un pausado recorrido por las callejas de la Judería, donde al doblar una esquina encontramos a Maimónides que nos contempla con esa serenidad de teólogo y filósofo judío que, precisamente por ello, tuvo que emigrar y terminó sus días en El Cairo; visitamos lo que en su día fue la Sinagoga, seguimos contemplando patios, palacios, templos y como siempre... acabamos junto a la Plaza de Las Tendillas y reconfortamos el cuerpo degustando el salmorejo y su inigualable rabo de toro en la Taberna del Pisto, emblemático bar de la ciudad, verdadero memorial fotográfico, hemeroteca, trofeos y hasta la esquela de aquel gran torero hijo de esta ciudad, “Manolete”. También nacieron aquí grandes hombres: Séneca, Lucano, El Gran Capitán... La tarde la dedicamos a ver las ruinas de Medina Azahara, la ciudad que le construyó Abderrahman III a su favorita y que desgraciadamente sólo les sobrevivió algunos años. Por último, los aficionados al fútbol, como en casi todos los viajes, tuvieron su “espacio” pudiendo contemplar el triunfo del Madrid.

     Nuevo día y nueva visita con guía, esta vez a Jaén tierra de frontera Noreste de Andalucía. Sorprendente catedral del gótico/tardío con enorme influencia del renacimiento italiano-barroco,  que se concluyó definitivamente tras casi trescientos cincuenta años de obras; allí pudimos contemplar su gran reliquia “El Santo Rostro” guardada bajo ¡catorce llaves!, y escuchar inocentemente  la historia de su llegada a la ciudad. Seguimos hacia Andújar donde en la visita a su iglesia de Santa María pudimos contemplar un auténtico cuadro del Greco y en la fachada del Ayuntamiento la placa que recuerda cómo tras la victoria del general Castaños contra las tropas francesas –la primera que sufría Napoleón- se firmó el 22 de julio de 1808 la capitulación de las mismas. De vuelta a Córdoba, terminamos el día disfrutando en las Caballerizas Reales, edificio construido por Felipe II en 1570, del magnífico espectáculo nocturno Pasión y Duende del Caballo Andaluz en el que la música, caballos de pura raza, jinetes y bailaoras forman un conjunto artístico de gran belleza.

     Por los cerros de Úbeda. El largo desplazamiento a las localidades de Úbeda y Baeza valió la pena al descubrir ambas poblaciones, auténticas joyas del renacimiento, así reconocidas como Patrimonio de la Humanidad, debido su inicio ornamental a ser el lugar de nacimiento y residencia de don Francisco de los Cobos, primero secretario personal del emperador Carlos V y luego mentor de su hijo Felipe II, alrededor de cuyo cargo se movían administración civil y órdenes religiosas que construyeron las edificaciones que les representaban: iglesias, conventos, hospitales, palacios, plazas, etc., y que en el caso de Úbeda une la huella de San Juan de la Cruz , el gran místico (Noche oscura en el alma, Cántico espiritual...) reformador del Carmelo que pasó varias épocas de su vida y donde fue a morir en diciembre de 1591. Junto a esta figura del siglo XVI, seguimos los pasos de otro gran personaje: don Antonio Machado Ruiz, ese gran poeta, gran español, a quien la vida golpeó con saña y sin piedad en sus sentimientos más profundos como ser humano: ¡el amor! con la temprana y rápida muerte de su esposa Leonor de tan sólo 19 años y unos meses de matrimonio “Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería....Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar”, y la horrible derrota de aquella España republicana que suponía para él y tantos otros el ideal que iba a conseguir ¡por fin! situarla junto a las consolidadas democracias occidentales y enterrar la pesada herencia que arrastrábamos secularmente. Derrota que causó su exilio “ligero de equipaje” acompañado como siempre por su anciana madre Ana Ruiz Hernández, y que supuso la muerte de ambos, con tres días de diferencia, más por la humillación, la pena y la nostalgia, que por propia enfermedad. La visita al instituto  y en concreto contemplar su clase, sus papeles, notas, fotos, la mesa y silla donde impartía sus clases de francés, fue verdaderamente emocionante.

     La visita al día siguiente fue a Montoro, pintoresco pueblo enclavado sobre un meandro del río; tarde libre en Córdoba y finalización en un espectáculo flamenco en plena judería que nos deleitó por la calidad del mismo.

     De regreso a casa, aún tuvimos tiempo de visitar el pueblo de Piñar donde nuevamente subimos al trenecito turístico que nos condujo a lo alto del monte que rodea el pueblo y contemplar las Cuevas de las Ventanas con interesante recorrido desde el Paleolítico hasta la Prehistoria. Es interesante destacar la buena organización del ayuntamiento, que ha conseguido dotar al pueblo de un atractivo turístico importante y repercute lógicamente en una fuente de desarrollo económico.

     Como conclusión, un nuevo viaje que tanto en lo cultural como en lo gastronómico, alojamiento, organización y responsable, ha resultado muy agradable, cumpliendo perfectamente los objetivos que nos proponemos en Jubicam de lograr un espacio lúdico y de compañerismo entre los asociados.

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