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______________________________ a corazón abierto

Vivimos la epidemia de hacerlo todo un drama

Demetrio Mallebrera Verdú ____________________










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Cómo vivimos?, ¿qué nos pasa?, ¿por qué nos ponemos tan nerviosos cuando las cosas no nos salen como esperábamos?, ¿y tan trágicos, tan amargados y a punto de estallar?, ¿no nos parece bastante vivir la tragedia de la crisis económica, laboral, social, anímica y espiritual que nos ha caído encima con un poquito de sosiego resignado salpicado de una pizca de humildad y sumisión? Estamos a la que salta, en el viejo decir castizo, o saltamos por cualquier cosa, da igual cómo decirlo, según creemos. El psicólogo Rafael Santandreu, autor del libro de éxito “El arte de no amargarse la vida”, ha bautizado estas manifestaciones de personas y de ambientes con el llamativo nombre de “terribilitis”, que suena a infección que se transmite por el virus de la emulación (copiarnos unos a otros y contarnos nuestras penas) y, en efecto, se trataría de la epidemia de convertirlo todo en un drama. No, no es una ansiedad ni una depresión ni una neurosis, pero puede convertirse en una enfermedad crónica. Aparte de que pueda ser verdad que los españoles nos quejamos de vicio (cosa en la que nos resistimos en creer), tenemos la tendencia de refugiarnos en la burbuja nodriza de la inmovilidad, el lamento, la acusación generalizada, la mala pata, la desgracia individualizada y el “aquí me las traigan todas”.

     Lamentarse, dicen los expertos en salud psíquica, es un mal hábito; tan nocivo que puede producir enfermedades emocionales. Si uno cree que le han usurpado un derecho tiene toda la razón del mundo a reclamarlo y que de paso le recompensen, y si para ello tiene que “montar un pollo” debe de hacerlo por pura equidad y también porque “el que no llora no mama”. Pero si se ha convertido ese proceder como un “modus vivendi” y se ha acostumbrado uno a utilizarlo porque le resulta efectivo, por sobresalir o por encontrar una manera de dar lástima, acabará mutando en un cascarrabias, una persona de la que todos huyen porque siempre está enojada, es hipersensible, y todo lo que escupe de su boca es nerviosismo y depresión. El consejo profesional consiste aquí en que aguantes en la medida lógica que puedas, que no te hagas la víctima ni creas que la situación es intolerable y no la puedes soportar, que te creas que la queja es un mal negocio para ti, y para tu fama personal; de lo contrario, tendrías que tener la sensibilidad suficiente para darte cuenta de que te vas haciendo débil y vulnerable. Nada de desahogarte, aunque eso tenga un efecto analgésico temporal. Un gran ejemplo de que no hay que estar siempre disgustado nos lo dio el famoso físico que está en silla de ruedas, Stephen Hawking, al decir: “Quejarme es inútil, y es una pérdida de tiempo”.

     En el mundo de la pareja siempre anda uno refunfuñando porque sabe que tiene al otro para descargar con él o ella. Cuidado con esto, porque sin quererlo existe una víctima que es preferible cuidar, escuchar y atender en todo. En la convivencia más vale proponer que exigir, dar que recibir. Para el inventor de la “terribilitis” es preferible llevar una vida alejada de lo que nos hace violentos por el mero hecho de no conseguir nuestros objetivos. Por eso dice, un tanto exageradamente pero muy tajante, que la ambición está acabando con el mundo. Claro, desear más de la cuenta sólo nos lleva a la obsesión y tras ella hay otras patologías. Y se apunta un buen tanto al decir que la humildad y la tranquilidad emocional son los mejores bienes para ser feliz, que el universo puede parecernos que no es perfecto pero que está bien como está. Y que quede claro que todos somos maravillosos (para los necesitados de autoestima), pero no precisamente los mejores, ya que todos valemos lo mismo y nos medirán por nuestra capacidad de amar a los otros, no a nosotros mismos (narcisos). Como siempre, estas reflexiones sacadas de aquí y de allá están pensadas para nuestro bien individual, y estar enfadados muchas horas, además de aburrido, es poco inteligente y muy estresante.

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