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Me gusta el futbol

Gaspar Pérez Albert ____________________

 

 

 

 

Entre los numerosos espectáculos deportivos que en la actualidad podamos contemplar, mis preferencias se dirigen hacia los deportes de equipo, y, sobre todos, -no me avergüenza decirlo- el fútbol. Es el deporte que mueve masas, levanta pasiones y viene a ser como la diversión deportiva más aceptada, hablando en general. Y desde la llegada de la televisión y la proliferación de emisoras y cadenas, llega a alcanzar altísimos índices de audiencia, hasta el punto de desbancar a cualquier otro programa con el que coincida en su horario de programación. Quiero con esto ratificar la aceptación que tiene entre los espectadores y público en general, entre los que afortunadamente me cuento.

     Este fenómeno tiene una explicación tal vez compleja, pero al mismo tiempo fácil de entender. Me explicaré. El fútbol es un deporte de equipo, siempre de competición, es decir, de dos equipos rivales que se enfrentan entre sí. Entonces, los espectadores, suelen ser seguidores de uno u otro equipo y también se suelen enfrentar en defensa de su equipo favorito. Tal circunstancia suele levantar pasiones, y con ellas sentimientos diversos: de alegría, de enfado, de júbilo, de tristeza, de cariño, de odio, etc. Todo como producto de su apasionamiento. Y fruto de ello llegan los insultos, descalificaciones, gritos de ánimo o de reproche, etc., creándose así un ambiente a veces tan tenso que puede llegar a la agresión física de unos con otros. Y toda esta pasión se multiplica y extiende gracias a los medios de comunicación, principalmente televisión y radio, que nos ofrecen en directo el tan esperado espectáculo de un partido de fútbol. Esa es su grandeza precisamente, y la difusión del partido y el ambiente que le rodea hace que sea aceptado por un inmenso número de telespectadores y radioyentes.

     Confieso que yo también soy apasionado y tengo el equipo de mis preferencias y ese es un buen motivo para que me emocione este deporte. Reconozco que sin esta gran pasión que le rodea, el fútbol no sería lo mismo y seguramente sería un deporte de minorías. La pasión, como antes digo, genera toda clase de sentimientos, que salen del corazón y a mí me complace contemplar u oír todo lo que se hace o se dice de corazón, lo cual es una razón importante para que yo, como aficionado, me sienta “enganchado” a este deporte.

     Sin embargo, me fascina mucho más si cabe, por el esfuerzo físico e incluso mental que se necesita para jugar bien o al menos aceptablemente. Cuando se dan estas circunstancias el juego adquiere tal belleza y plasticidad, que presenciarlo resulta para mí una delicia. Y mucho más si es practicado con tal pericia por niños o jóvenes, no necesariamente profesionales. Deberá ser porque yo, de niño o adolescente jamás llegué a saber jugar siquiera medio regular comparado con los chavales de mi generación. Pero, de cualquier forma, repito, no tengo inconveniente en admitir, sin ningún tipo de dudas, que me gusta el fútbol.

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