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Manuel Gisbert Orozco
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¡Que los formen ellos!

Manuel Gisbert Orozco ____________________

 

 

 

 

Unamuno, Don Miguel para los amigos, fue el autor hace más de un siglo de la célebre frase “¡Que inventen ellos!”, muy apropiada si no fuera por la multitud de “royalties” que hemos tenido que pagar desde entonces. Cierto es que mientras tanto no hemos permanecido en la inopia, pues inventos nuestros son la “fregona” y el “chupa chups”. Observen que una cosa tan sencilla como ponerle un palo o palito a una cosa ya existente no se le había ocurrido a nadie.

 

     No inventábamos porque aquí en España nadie estudiaba y los pocos que lo hacían solo con dedicarse a engañar a los otros tenían la vida solucionada. Pero llega la democracia, las becas, el café para todos y todo quisqui se pone a estudiar. Sin mucho empeño ¡claro está! Todos sabemos que aquí en España: “La mayor felicidad es aprobar sin estudiar.”

 

     Hubo una cierta época, no sé si ahora persiste o hay más manga ancha, que  las estadísticas decían que solo un cuatro o un cinco por ciento de los que empezaban una carrera la terminaban. El resto o se rendía o pasaba a otra. Por otra parte la calidad de la enseñanza es tan mala que los que obtienen un título son incapaces de ejercer su oficio si no cuentan con una ayuda inicial. De ese modo establecerse por su cuenta es imposible y entrar en una empresa, sin experiencia, una quimera

  

     En España el cincuenta por ciento de los jóvenes universitarios están en paro, en Alemania solo un cinco por ciento. Con una notable diferencia, gran parte de los españoles en paro son aprovechables, pero ese 5% de los alemanes, deben ser el poso, el residuo de los aprovechables que ya no sirven para nada. Es decir, deben ser unos burros por muy alemanes que sean. De otra forma no me explico que no encuentren trabajo a pesar de que existe demanda.

  

     En los años sesenta del siglo pasado se hizo famosa la frase: “¡Vamos a Alemania, Pepe!” Allí había todo el trabajo que se quisiera y además bien pagado. España se despobló de peones y le hicieron un gran favor a Franco que de esta forma pudo controlar el paro dentro de unos cauces normales.

  

     Ahora la señora Merkel, que es más lista que el hambre, y con ella Alemania, nos vuelve a echar una mano. Esta vez no quieren peones sino ingenieros, los médicos y enfermeras ya están todos en Inglaterra y los filólogos e historiadores, que no los quiere nadie, se quedan aquí para desgracia nuestra. ¿Qué les ofrecen? Un curso intensivo de alemán para integrarlos que creo pagan las Cámaras de Comercio españolas, un sueldo de subsistencia hasta saber quién sirve y quién no, para después quedarse con los buenos, bien pagados para que no sientan morriña y regresen, y devolvernos los que les han salido rana para que engrosen nuestro paro y no el suyo.

 

     Yo no sé si ustedes saben lo que cuesta formar intelectualmente a una persona. La parte que pagan los padres sí la sabemos porque la hemos sufrido en nuestras carnes aunque nadie lleve la cuenta. ¿Pero, y la que paga el estado? Subvencionados en guarderías hasta los tres años, tres más de preescolar gratuito, así como los seis años de educación primaria, cuatro más de educación secundaria y luego dos más de bachillerato. Total diecisiete años. Luego está la Universidad en donde pueden estar, según carreras, tres, cinco o seis años, al que hay que añadir algún otro para atar cabos sueltos. Todo ello gratuito y lo que no lo es, se complementa con becas de trasporte, comedor o tasas. Todo ello sin hablar de los post grados, Erasmus, etc. etc. etc. Sinceramente no me atrevo a dar una cifra, pero que alcanza los seis dígitos eso es seguro. Y si hablamos  del coste de formación de un científico investigador la cifra alcanza los 400.000 euros. Eso lo sé de buena tinta.

  

     Ahora imaginemos un club de futbol amateur que con gran esfuerzo de dirigentes y padres y sacando recursos de donde no los hay, facilitara a sus alumnos todo lo necesario para formarlos: entrenadores, fisios,  médicos, material deportivo, alojamiento, comida etc., para cuando lleguen a los 18 años dejarlos libres para firmar por el equipo que les convenga, llámese Merkel o Cameron, perdón, Madrid o Barcelona, sin pagar ni un miserable euro de traspaso por ellos. Ni siquiera el llamado derecho de formación.

  

     La pregunta se hace imprescindible. ¿Para qué queremos formar a la gente si luego somos incapaces de emplearlos, y los regalamos impunemente?

 

     Ahora comprendo a Unamuno; si don Miguel levantara la cabeza seguro que diría. ¡Que los formen ellos

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