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______________________________ Crónicas Viajeras

VIAJE A SEVILLA
"La lluvia en Sevilla NO es una maravilla"

Francisco Navarro Balsalobre ____________________

 

 

 

 

Este año, nuestro tradicional viaje subvencionado en parte por la Asociación lo hemos efectuado en cuatro turnos durante el mes de noviembre a la ciudad de Sevilla y visita de media jornada a Carmona.

  

     Si tuviéramos que destacar algún protagonista sería sin duda la lluvia, que ha estado muy presente –sobre todo en los dos primeros turnos- tanto en el viaje de ida y el de vuelta, como en varias de las jornadas de nuestra estancia en la ciudad del Guadalquivir.

 

     También es cierto que el encanto de Sevilla, su historia, embrujo, leyendas, la simpatía y hospitalidad de sus gentes que descubrimos en cada calle, cada rincón, plazuela, iglesia o monumento, ha superado ampliamente el negativo efecto de la lluvia y nos ha permitido disfrutar de una muy feliz estancia.

  

     Ya en sus inicios, Sevilla estuvo ligada al gran emporio del Guadalquivir vinculado a la mítica Tartessos, primitivo nombre del río. Con los romanos, siglo II a.d.C., se transforma en ITÁLICA “...Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora campos de soledad... fueron un tiempo Itálica famosa”; pero es ¡cómo no! el gran Julio César quien la engrandece y concede el título de Colonia Julia Romana HISPALIS; los visigodos la convirtieron en capital de su reino con el nombre de SPALIS  y nos dejaron dos sevillanos universales para el cristianismo: los hermanos, santos y Padres de la Iglesia, Isidoro y Leandro.

 

     Como cronológicamente se produce en España, llega la conquista musulmana, cambian el nombre por ISIBILIYA y sigue conservando un papel  cultural y político de primer orden.

  

     Es conquistada en 1248 por el gran Fernando III, que la amó tanto que permaneció en ella hasta su muerte en 1252; y allí reposa su “cuerpo incorrupto” desde el siglo XVII en una espléndida urna de plata. Qué paradoja para aquel rey que además fue santo y que, como se refleja en el enorme cuadro conservado en el Alcázar Real de la ciudad, cuando iba a expirar quiso hacerlo vestido con tan sólo una túnica de saco pues no quería presentarse ante el auténtico Rey de la Creación vestido como un igual rey terreno, sino como el más mísero de sus siervos.

  

     El descubrimiento de América la convierte en puerto y puerta del Nuevo Mundo “...Roma triunfante en ánimo y nobleza...”, meca del comercio occidental, destino de comerciantes y banqueros extranjeros, de comediantes, artistas, navegantes, de misioneros ansiosos de convertir indígenas y de aventureros sin escrúpulos. El siglo XVII marca su decadencia, es la centuria de sus procesiones, rogativas, hermandades de penitencia, que trajo consigo grandes imagineros y maestros de la pintura, caso de Valdés Leal, Murillo, Zurbarán...

  

     Su entrada en la época contemporánea no pudo ser más trágica, una espantosa epidemia de fiebre amarilla se extendió por la ciudad cercenando un tercio de su población, y con la Invasión Francesa sufrió el expolio de una parte importante de su riqueza patrimonial.

  

     Parte de esta sucinta historia la pudimos conocer en nuestras visitas a la Catedral, la tercera más importante de la Cristiandad tras la de San Pedro en Roma y San Pablo en Londres, “...Hagamos una catedral tan grande que al contemplarla el mundo, piense que los sevillanos estamos locos...”, con su impresionante monumento a la tumba de Colón; el magnífico cuadro de Goya sobre las patronas de la ciudad: las santas hermanas Justa y Rufina; esa torre de la Giralda tan bien construida por los arquitectos musulmanes que ha resistido incólume los seísmos que regularmente han sacudido estas tierras, incluso el devastador de Lisboa; su Torre del Oro, mítico símbolo de la ciudad y su río; el Archivo de Indias, monumento a la meticulosidad historiográfica con la descripción de rutas, envíos, tripulaciones, cargas, armamento, naufragios de galeones y navíos que iban y venían a América, y que sin embargo no evitó el expolio que la corrupción generalizada supuso para el Estado en las riquezas que se recibían; El Salvador; San Telmo; las tan peculiares iglesias de la Macarena, como ejemplo de la devoción popular andaluza “...serrallo y sacristía, devota de Frascuelo y de MARÍA...”; la Esperanza de Triana en su barrio marinero, obrero y popular; el Hospital de la Caridad obra pía del mundano y posterior penitente hasta el paroxismo Miguel de Mañara, que según la leyenda presenció su propio entierro; esos Cristos trágicos, ensangrentados, esas Vírgenes unas veces Llorosas, Dolorosas, de la Esperanza, que aparecen sorpresivamente en cualquier calleja, rincón o plazuela; esos jardines y parques, árabes, románticos: El Alcázar,  el de Murillo, el de María Luisa, Del Valle..., donde la frondosidad y el agua son una constante.

  

     Mención aparte como en otras tantas ciudades de esta Sefarad nuestra, es recorrer su judería hoy barrio de Santa Cruz, con su Hostería del Laurel “...en ella estáis caballero, sois vos el mesonero, hablando estáis vos con él...”; la plaza Cruz de Cerrajería donde estuvo la tumba de Murillo y posteriormente las tropas francesas esparcieron sus cenizas y ¡oh paradoja! en esa misma plaza se encuentra hoy el Consulado de Francia; callejas estrechas hasta lo inimaginable, la de La Vida, de La Muerte, La Ratonera ;  cancelas que dejan entrever patios andaluces...; su centro bien peatonalizado recorrido por el novísimo tranvía; las calles adyacentes: Sierpes, Tetuán, Velázquez, son un hervidero de gentes y pequeños y medianos comercios.

 

     Todo esto lo paseamos y observamos tanto en grupo acompañados por guía y en el recorrido con nuestro autobús, como de manera más individualizada en nuestro día libre.

 

     Obviamente, aparte esta descripción para alimento histórico artístico de nuestros espíritus, pudimos disfrutar, y a ello nos dedicamos con igual vehemencia si cabe, el arte gastronómico de esta ciudad, que se nos ofrece en su cultura de la tapa con generosidad en multitud de bares, tabernas  y restaurantes, lo comprobamos a dos calles del hotel, en El Rinconcillo la taberna más antigua de Sevilla, data de 1.670, donde entre sus múltiples tapas elegimos la más típica: espinacas con garbanzos; Los Claveles; frente a la Catedral La Giralda; Casa Becerra y Casa Trifón ambas junto al Ayuntamiento; muy cerca las situadas en la cuesta del bacalao; en Triana El Pagés del Corro..., así existen decenas y decenas donde aparte de tapear, es una gozada contemplar el local, sus mesas, columnas, barriles, viejas estanterías arropando amorosas botellas de vinos y licores de todas edades, algunas centenarias, el bullicio de los sevillanos alrededor de sus tapas: pescaitos fritos, chazinas, y sobre todos ellos el rey: ese jamón de calidad superior, cuyo corte excelente y calidad en el paladar lo hace inigualable. Algunos solíamos terminar la jornada, justo al lado del hotel en la taberna Quitapesares, donde aparte las tapas, su característica es el ambiente  bohemio  de sus sesiones de flamenco popular, donde sus parroquianos acompañan y participan con su palmas y bailes. (Alguna constancia en video ha quedado)

  

     Asimismo tuvimos ocasión de disfrutar de algo tradicional en la oferta turística de la ciudad: un espectáculo flamenco. Algunos lo elegimos con una cierta prevención por lo tópico, a veces, de este tipo de folclore, e incluso como alternativa a una tarde lluviosa a cántaros, no obstante resultó, en mi opinión y prácticamente de todo el grupo, una excelente demostración de arte de la Escuela de Cristina Hoyos representada por sólo cuatro artistas jóvenes: guitarra, cante, bailaora y bailaor, que nos deleitaron, embelesaron y en momentos consiguieron exaltarnos con gritos de ¡¡¡olée, bravo, guapo!!!

  

     Pudimos desplazarnos durante una mañana a la visita de Carmona, a tan  sólo 30 km; contemplar su necrópolis romana, el casco antiguo y un muy interesante convento barroco de monjas clarisas de clausura, donde el claustro, iglesia, coros, retablos, historia de San Francisco y Santa Clara nos lo explicó una simpática monjita de color de ¡¡¡Kenia!!! (Definitivamente la globalización ha llegado hasta los conventos de clausura).

  

     Para terminar, dejar constancia de que el hotel elegido ha respondido ampliamente en calidad, servicio y comidas con muy buen nivel; igualmente los restaurantes concertados para los almuerzos en ruta de ida y regreso. En definitiva una vez más, creo que se ha conseguido algo que desde la Junta Directiva se pretende con esta actividad: que los asociados pasen unos días lo más agradables posible en todos los aspectos, y donde el compañerismo, la camaradería y el buen humor sean la principal norma de conducta.

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