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Adenda al recordar el 25 aniversario de la simbología CAM
La ilusión de forjar una identidad vigorosa

Demetrio Mallebrera Verdú ____________________

 

 

 

 

Lástima que alguno no la pueda recordar.

 

     Acudo a la invitación de mi jefe y amigo Antonio Gil de acompañarle en este recordatorio de una criaturita que nació en nuestras manos, que tutelamos hasta que nos cambiaron de destino y que ahora se ha esfumado, como pasa con tantas cosas en la vida. Se trata de hacer unas matizaciones a lo que él ha plasmado en su artículo haciendo memoria del inicio de la forja de una identidad vigorosa capaz de transmitir una resuelta filosofía propia.

 

     Desde el primer documento ya pedíamos claramente que  lo que buscábamos era una simbología que transmitiera con signos, formas, colores y otras estructuras nuestra forma de ser como entidad de ahorro y de otros servicios. El discurso de la empresa ganadora del concurso demostró habernos entendido; sólo había que darle “cuerpo artístico”. Como dice Toni se jugó con algo que significara continuidad: parecía que la C, la A y la M quedaban a la vista con círculo, triángulo y cuadrado; pero faltaba el “cambio revolucionario”: la incorporación de colores que para ser mediterráneos tenían que ser muy vivos, muy fuertes, “apastelados”, incluso novedosos (como ocurrió con el verde, que tantos disgustos nos dio porque no estaba muy introducido en las artes gráficas del momento). Pero no eran esos solamente los colores de la nueva Caja, mandaba la explosión del blanco, significando la claridad, la trasparencia. No en vano, según estudios manejados en aquellos tiempos nuestra zona (Alicante y Murcia, junto a Almería) era la que tenía más horas de luz en España. Ya se nos ha colado decir que existían colores que transmitían sensaciones, remarcando el propio amarillo sol, el azul mar y el verde huerta, identificadores de nuestra geografía, de nuestra actividad desde antaño; de nuestra propia vida.

 

     Pero no acaba aquí el juego de la filosofía institucional: Las letras y el equilibrio de mantener el nombre como suspendido en alto también trasladaban sensaciones de riesgo en un equilibrio que no dejaba escapatoria, porque si cogemos las tres figuras geométricas que sólo se muestran en plano y las hacemos corpóreas nos  encontraremos que el triángulo pasa a ser pirámide, el cuadrado es un cubo y el círculo es una esfera, con lo que tenemos las tres tipologías que conforman el equilibrio universal. ¿Andábamos buscando la perfección? Hay más consideraciones de las que ya no procede hablar sin recurrir a la nostalgia, pues se trata de una gran vivencia para los que mantuvimos la elocuencia y el discurso de lo que hoy es una causa perdida. Con recato, esto es historia.
 

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