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______________________________ Crónicas Viajeras

Fin de semana a tierras de La Mancha
(del 1 al 3 de febrero de 2.013)

Antonio López García ____________________

 

 

 


El pasado día uno un grupo de treinta compañeros partimos hacía tierras de Castilla-La Mancha, comunidad que no goza de lugar preeminente en los circuitos turísticos más al uso, quizás victima de los tópicos de ¡La Mancha, la Mancha es fea, es árida, polvorienta, región de paisajes monótonos y horizontes desnudos! como la describió Rosalía de Castro en su ambular entonces por aquellos pagos manchegos. Pero como la aflicción es mala consejera, los que tuvimos la suerte de emprender este corto viaje, nos encontramos con bellas planicies llenas de colores, zonas húmedas de incalculable valor ecológico, arquitectura y monumentos sorprendentes, ciudades apacibles y gentes de bien con las que puedes entablar una buena conversación acompañados de un vaso de vino de la tierra.

 

     ¡Menudo fin de semana que nos espera! Frío, viento y comidas fuertes. Con esta preconcebida idea, iniciamos nuestra andadura en un viaje de fin de semana por tierras manchegas. Pronto nos personamos en Villarrobledo, en plena Plaza Mayor, plaza vieja para los lugareños, en donde teníamos concertada nuestra estancia en el hotel.

 

     Después de un buen recibimiento por el personal del hotel, nos dirigimos al restaurante propiedad del mismo, ubicado al otro lado de la plaza, donde almorzamos típicos platos manchegos acompañados con vinos de la tierra, que nos hicieron olvidar las bajas temperaturas  del día.

  

     A las cuatro de la tarde nos esperaba nuestro guía, Pedro Miguel, para realizar la visita guiada a la ciudad de Villarrobledo. Pedro Miguel merece mención especial pues al verlo por primera vez lo asociamos con un personaje de “Alatriste”, de características muy definidas, nariz larga, figura enjuta, cabellos largos, con cierta comicidad, con dialecto del lugar de procedencia, que ni pintado encajaba perfectamente en aquel hábitat. Con este simpático personaje y sus explicaciones nos imaginábamos que estábamos ante un héroe de las novelas de “capa y espada”.

 

     Visitamos la plaza de forma rectangular, que alberga los dos principales edificios de la ciudad, la Iglesia Parroquial de San Blas y el Ayuntamiento. La primera podría pasar por una catedral, que al parecer se erigió sobre lo que había sido una ermita gótica. El segundo, un edificio del siglo XVI, se edificó en un sobrio Renacimiento.

   

     Después de un largo recorrido por la villa con visita incluida al Convento de Santa Clara, terminamos la jornada visitando el Museo de Alfarería Tinajera, donde pudimos apreciar el encanto del barro trabajado de forma artesanal, dando forma a piezas tradicionales de Villarrobledo, entre otras sus famosas tinajas. Como dice la coplilla, “En Villarrobledo las hay famosas pero son las tinajas que no las mozas”.

   

     Al día siguiente nos dirigimos a Alarcón; esta vez nuestro guía fue Jesús, que nos esperaba en lo alto de un cerro, antes de atravesar las murallas de la villa, y desde allí se apreciaba una vista maravillosa del meandro que formaba el río Júcar sobre el pequeño y bellísimo pueblo que conserva un increíble aspecto medieval. Enclavado en una roca en medio de la hoz del río, que en sus tiempos actuaba como defensa del pueblo y del castillo. Visitamos las Iglesias de San Juan Bautista y la de Santa María, y terminamos en el Castillo, una de las fortalezas mejor conservadas. Hoy sirve como alojamiento el Parador, muy apreciado dentro de la red.

  

     Por la tarde, nuestro amigo Pedro Miguel nos acompañó para visitar San Clemente, ciudad que goza de un patrimonio salpicado de múltiples casonas blasonadas, con fachadas de los siglos XVI, XVII y XVIII, principalmente ubicadas en su plaza mayor y en su casco antiguo, así como palacios, con sus patios porticados. Se dice que esta ciudad fue famosa por contar con un buen número de hechiceros dedicados a las pócimas  para el arte del “buen ligar”.

 

     Ya de vuelta nos esperaba César, dueño de las Bodegas César Velasco, quien nos ofreció una degustación de sus vinos y quesos. Casi nos llevamos la tienda y tiene que cerrar por falta de existencias.

  

     Llegó la noche de “fin de semana” y debido a la discoteca que teníamos debajo del hotel, algunos de nosotros tuvimos bastantes dificultades para conciliar el sueño, queja que denunciamos ante los responsables del hotel. (La única anécdota negativa).

  

     Salida hacía Belmonte para realizar la visita, primero al Castillo y luego a la villa. El Castillo, ubicado en lo alto del cerro de San Cristóbal, se rodea de una muralla que llega hasta el pueblo. En la fortaleza domina el gótico con elementos mudéjares y sobre todo un alucinante artesonado mudéjar en el dormitorio principal. Está muy bien conservado y tiene todo lo necesario para crear un ambiente puramente medieval.

  

     Allí se rodó en la década de los 60 la película del “Cid”, protagonizada por Charlton Heston.

 

     Y como final de nuestras visitas, la bien hallada Colegiata de San Bartolomé, construcción impresionante que encierra un buen conjunto de obras de arte, destacando también su rejería.

 

     Después de un buen almuerzo en un restaurante de la localidad, regresamos a nuestros lugares de origen.

 

     Destacar que el clima manchego lo hemos sabido combatir, con su cocina de origen pastoril y productos de la tierra muy condimentados, resultando unos platos deliciosos con una cocina sencilla y tradicional, acompañados de unos vinos de color intenso, de buen cuerpo y ligeramente afrutados que quitan las penas y  cualquier atisbo de frío.

  

     Al final vinimos calentitos…   Hasta pronto.

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