Índice de Documentos > Boletines > Boletín Abril/Mayo 2013
 
José Miguel Quiles
______________________________

Asunto del testamento y la playa

José Miguel Quiles Guijarro ____________________

 

 

 

 

A mediados de Agosto, vinieron de Albacete a nuestro apartamento de la playa en Agua Amarga, Pascua, la hermana de mi mujer, y Tomás, su marido.
   

   -Tú no sabes el problema que tienen con la herencia de los hijos… – me dijo Menchu, mi mujer, toda preocupada – resulta que Maru, la hija mayor, ahora no está conforme y quiere modificar la herencia porque, según dice, ella saldría muy perjudicada porque sus tierras… el otro hijo no quiere, en fin que te lo expliquen ellos… mi hermana está toda la tarde llorandouna familia que se han llevado tan bien toda la vida… ¡Ay, señor!

Tomás, mi cuñado, 78 años, se parece al actor Charles Laughton, es algo seco de trato pero muy noble de corazón y en cuestiones políticas tiene un único y firme convencimiento: “Los políticos… son todos unos chorizos”. En esta ocasión Tomás estaba decaído, temblón, me dio la mano trémula, se apoyaba en un cayado, tenía la mirada un poco espantada, de susto, y la papada más flácida y colgona, le noté en pleno derrumbe.

Por la noche apenas hablaron de otra cosa, se habían precipitado con el testamento, ellos lo hicieron con la mejor voluntad pero fue un error, querían hacer una consulta a la notaria de Alicante donde yo tengo un conocido para ver las dificultades que habrían en modificar el testamento y equilibrar los legados… ver de hacer entrar en razón a los hijos. Pascua dejó resbalar unas lagrimitas otra vez. Por la noche Tomás me dijo:

-¿No tendrías unas pastillitas para dormir…? hace noches que no pego ojo…el asunto del testamento. - Así que le di la caja de Zolpiden: “Sírvete… a mí me sientan muy bien estas pastillas, te tomas una con un vasito de leche 20 minutos antes de acostarte… aquí en la playa se duerme mejor…”

El apartamento es pequeño y se acostaron en la habitación de matrimonio pared medianera de la nuestra y siendo el somier de los antiguos, de los de alambre con muelles, se oía un agudo vaivén del alambre, persistente y acompasado.

-No pueden dormir… - decía Menchu – ¿no los oyes?, esto va a ser la muerte de uno de ellos… ya verás…maldito dinero, no hay nada peor que ver a los hijos disgustados entre ellos…el asunto del testamento les trae de cabeza… - el rumor relajante de las olas del mar, aquella noche no fue tan agradable.

Fue entonces cuando recordé que dentro de la cajita de Zolpidén suelo meter, en verano, cuando voy al apartamento, 2/3 pastillas sueltas de un dilatador de los vasos sanguíneos, indicado para la disfunción eréctil, todo ello con la mayor discreción e intimidad. Así que caí en una meditación de duda y remordimiento: “Ya veremos qué pastillas se ha tomado, este Tomás es un poco bruto y si se ha metido en el cuerpo…¿y si tuviera problemas de corazón?”  Le recordé unas horas antes, el pobre con el garrotito.

A la mañana siguiente estaba más relajado el matrimonio, había otra atmósfera en el ambiente. Desayunamos los cuatro en la terracita del apartamento frente al mar, de excelente humor. A media mañana fuimos a la notaría, la cosa, al parecer, no era tan grave si había buena voluntad en los herederos, todo tenía solución menos la muerte, últimas voluntades, nueva escritura… el oficial de notaria estuvo amable y eficiente. Se animaron un poco, incluso tuvieron una conversación telefónica con sus hijos que le devolvió a la alegría a Pascua, mi cuñada. Estuvieron unos días más con nosotros, en plan veraneo burgués, por la mañana playita, comíamos de restaurante, por la tarde un relajante paseo conversando “¿Los políticos? ¡unos chorizos!” y por la noche, ruido de somier… Yo entre mí  pensaba: “Desde luego Tomás, el pobre, está pidiendo a su cuerpo las últimas voluntades…”

-¿Oyes…? le están dado una solución al “asunto del testamento”. – le dije a Menchu.

-Sí ya les oigo… por cierto – me preguntó ella - ¿Cómo llevamos nosotros ese asunto…? – y en la noche volvió a ser muy grato el suave rumor de las olas al morir en la playa.

Volver