Índice de Documentos > Boletines > Boletín Abril/Mayo 2013
 
______________________________

Vampiro

Gaspar Llorca Sellés ____________________

 

 

 

 

He cazado un murciélago, chiquitín, un vampirito. Le pongo mi dedo por si chupa y nanay, no sabe, no quiere, o me desprecia. ¡Qué se ha creído! Mi sangre es tan roja y sabrosa como la que más. Mueve los morritos, huele y se asquea. ¿Será que aún no tiene dientes? Me voy en busca de un alfiler y con precaución pincho en mi yema, brota ella y desde luego que no es azul, sí roja comunista estalinista y de Mao, sangre del pueblo con la que siempre alimentamos a nuestros mandamases. ¿Por qué este cabeza de chorlito la rehúsa? ¿Tendrá sentimientos?, ¡tan pequeño!;  no lo creo, seguro que le faltan horas de clase y al no pisar aula alguna de la vida se mantiene en la inopia. O será que ya nacen con la arrogancia y la creencia de ser superiores y desprecia las dádivas, lo fácil, o puede… ¿temor a la corrupción?

Y, y sí, esto es más creíble, seguro que es por la agradable satisfacción del acto mismo de chupar, con o sin conocimiento, más con que sin, del mal que ello reporta al dueño del bien en que se alimenta. Algo de esto se refleja en el árbol genealógico vampírico que tanto nos aterroriza.

Sea lo que sea, al pobre murciélago le chamusco su libertad; al principio, o sea la idea primera, el chamusqueo iba destinado a su propia piel que, como es bien  sabido, en su combustión  chapurrea vocablos deshonestos. Al final, se optó por concederle una confortable y transparente estancia de cristal. Allí está feliz colgado del tapón, y de tiempo en tiempo, con un palillo le rebusco sus dientes por si alguno crece y se alarga. Siguen sin mostrar  ninguna alteración. Creo que lo voy a soltar y olvidar tanta literatura vampiresa como se ha escrito, bueno, lo dejaré para mañana.

Ya estoy aquí de nuevo, y ¡sorpresa!, ¡amarraos los calzones! Lo primero que he hecho al levantarme ha sido visitar a mi prisionero y ¡ha desaparecido!, sí señores: ¡No está! La fuga ha sido perfecta, ni un cristal roto ni señales de que el tapón haya saltado, todo igual, intacto, pero vacío. Y ahí no termina la cuestión, hay algo mucho más tenebroso, en el cristal del jarrón hay un escrito color sangre, o sea rojo, que dice “cabrón, nos veremos”.

Lo de “cabrón” no me molesta, no es que sea consentido, no, es que soy soltero y sin compromiso, ni tierra a la vista, como dijo el cuñado del segundo oficial o el contramaestre, no recuerdo, y además no estaba allí.

En cambio lo de “nos veremos” es otro cantar, no soy calígrafo o algo por el estilo, ni practico la cartomancia, ni descifro mensajes, ni soy hipocondríaco o neurasténico, pero la verdad, la verdad es que ello me ha molestado, y veo tan mala baba que dudo sea cosa de un volátil, y si no es un volador debe ser un ente lóbrego, pérfido y horrible, y no sé, sí sé que tan solo pensarlo me estremece y… ¡me da la espina que esos epítetos corresponden más bien a mis adorables congéneres! ¿Pienso mal? No lo dudo y que todo sea producto de esa aglomeración de adjetivos como miedo, prudencia, desafío, creencias. Ahora bien, ya no me atrevo a decir aquello de que si  no es de este mundo… ¡por si acaso!

Vigilaremos a los familiares y amigos, por lo de los rasgos de la escritura, y más por sus miraditas, sonrisitas y cachondeitos y por… la bendita madre que tuvo la osadía de traerlos al mundo.

Volver