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  - LAS CONSIDERACIONES
  La proposición de hoy surge de una conversación reciente, de la que escojo la parte más atractiva.

Nunca, hasta ese momento, había hablado de dos clases de consideración, entre otras razones, porque la forma de consideración interna (CI) había sido, para mí, más que un estado psicológico, una simple reflexión sin la trascendencia que le atribuyo últimamente.

Y, aunque la otra, la consideración externa (CE), es la forma de ser consciente de lo que uno está haciendo con las personas, reconozcamos que no podemos entender a los demás más allá de lo que uno entiende de sí mismo, y que, en consecuencia, estamos obligados antes de actuar a pensar la posibilidad de que a la persona que tomamos en consideración podría no agradarle lo que a nosotros nos agrada. Precisemos, pues, que la CE no es entender a las personas, sino entender sus dificultades, entender lo que quieren, vigilar la impresión que producimos...
No olvidemos, pues, que con la CE uno controla la impresión que desea producir, mientras que, con la (CI), uno desea producir una impresión y produce una diferente.

Una de las formas más frecuentes de CI es cavilar en lo que los demás piensan de nosotros; sentir que la gente nos debe algo; que merecemos ser tratados mejor, que merecemos más reconocimiento…, y lo peor es que anotamos todo eso en un psicológico libro de cuentas, que repasamos con frecuencia sin que se nos ocurra relacionarlo nunca con el Padrenuestro.

De ese sentimiento de que a uno le deben algo, sólo se puede escapar incrementando la CE. Cuando uno decide dejar de hacer cuentas, empieza a respetar aquello de perdónanos como nosotros perdonamos. Entonces comienza uno a pensar en los demás, deja de tener impresiones negativas y empieza a controlar la impresión que desea producir, mientras que, con la CI, uno camina sobre la gente sin verla.

Puesto que la CI es una reflexión mecánica o inconsciente, consideremos finalmente que en determinado momento a uno puede interesarle saber si se encuentra o no se encuentra en ese estado que llamamos CI. ¿Qué procedería hacer? Lo aconsejable es hacerse y contestarse verazmente esta pregunta: ¿Necesito justificar el porqué me siento (por ejemplo) defraudado, mal pagado, injustamente jubilado o… lo que sea? Y si, al verbalizar su motivo, siente ganas de justificarlo, es que está metido en una CI. En Psicología se afirma que, cuando uno está en la CI, siempre la justifica, precisamente para producir una buena impresión, que nunca consigue.

(Hoy, al hacer el compost del que se ha nutrido este artículo, he considerado lo lioso que podría resultarle al lector tener que cambiar tantas veces el enfoque de su atención de una clase de consideración a la otra. De ahí que haya optado por referirme a ambas con sus correspondientes siglas, no sólo para ganar espacio, sino para que el lector tenga en cada sigla un referente mejor identificable).

 

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