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Salicornios

 

 

 

El día era francamente ventoso, incómodo a todas luces, y coincidía plenamente con los augurios de los videntes meteorólogos de la televisión. Ya durante el entierro, dentro de la capilla del tanatorio, las modernas vidrieras temblaban ante la fuerza del viento. A la salida, los aligustres podados con forma de melocotón torcían su verticalidad perdiendo hoja tras hoja ante el ímpetu de Eolo. 

Unos arbustos secos, redondos, enormes, de hasta un metro de diámetro, cruzaban la calzada y se enfrentaban al tráfico rodado. Algunos eran arrastrados por los bajos de algún vehículo, otros eran despejados lateralmente, y los menos cruzaban indemnes de un lado a otro de la carretera. ¿Qué cosa son esos arbustos?, nos preguntábamos. El amigo Paco nos dijo su nombre: salicornios 

Cada palabra nueva que sale a mi encuentro es un enigma para mí. Disfruto buscando su definición, acaso su procedencia, dónde y como se usa, aunque no tenga oportunidad de utilizarla yo mismo de nuevo, o la olvide, simplemente, al cabo de una semana.  

En botánica, la Salicornia, según mi enciclopedia, en femenino, es un género de plantas herbáceas, carnosas, a veces leñosas en la base, de ramas opuestas, cilíndricas y falsamente articuladas, hojas escuaniformes y flores muy pequeñas, dispuestas en espigas sésiles. (Comprende 15 especies, propias de los terrenos salinos de las regiones

 

templadas y cálidas del litoral atlántico y mediterráneo, entre las que destacan Salicornia Fruticosa o sosa alacranera, Salicornia anceps o sosa de las salinas, Salicornia herbacea  o polluelo. Familia quenopodiáceas.)

La Real Academia no la tiene registrada tal cual, sino como salicor (Del cat. salicorn).1. m. Planta fruticosa, vivaz, de la familia de las Quenopodiáceas, con tallos ramosos, rollizos, nudosos, de color verde oscuro y de cuatro a seis decímetros de largo, sin hojas, y flores pequeñas, verdes y en espigas terminales. Vive en los saladares y por incineración da barrilla. 

Así que ando yo algo confuso sobre el término, no porque ciertamente varíe la denominación, sino porque lo que distingue las denominaciones es el género, femenino en un caso, masculino en otro. Bien pensado, hay una cierta contradicción, pues el final “cornio” tiene en el acervo popular mas relación con un sexo gramatical que con otro. Y al recordar como topaban los resecos arbustos a los cuadrúpedos de la carretera, bien ajustado parecía el palabro. 

Mi amigo Demetrio cuenta en el próximo Panorama en Azul que Azorín definía la vejez como “la falta de curiosidad”.  A mí, que las palabras viejo y anciano siempre me habían gustado, ahora me place mucho más la de curioso.

 

                             toni.gil@ono.com

 

 

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