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      ¿QUIÉN ERES?      


Matías Mengual 

 

Oye, fíjate en esto: Tú sabes que tienes un cuerpo, pero que no eres tu cuerpo. Sabes también que tienes deseos, pero que no eres tus deseos; que sientes emociones, pero no eres las emociones sentidas; y que tienes pensamientos, pero que tampoco eres tus pensamientos… Lo sabes porque la certeza no descansa en los objetos, sino en la pura Conciencia sentida en la que aparecen dichos objetos que, como sabemos, también desaparecen al igual que las nubes. Y ahora añado: Dios es el que está leyendo estas líneas a través de tus ojos. Y puntualizo: Hablo de una contingencia, y no de una suposición. Si admites esa posibilidad tal cual digo es porque sabes que Dios mora en nuestro cuerpo y que puede valerse del mismo como instrumento.

 

Por tanto, admitido que Dios está leyendo esto a través de tus ojos, pregúntate varias veces quién eres tú. Poco a poco, verás la cantidad de cosas que no eres: Empezando por tu prestigio, sabiduría, dignidad, honradez, inteligencia, hermosura, simpatía, títulos, honorabilidad…, y acabando por tu ego –ese yo que aparentas ser, por lo cual aparece separado en tu conciencia como cualquier otra cosa–, te darás cuenta de que tú no eres eso. Así que, una vez desidentificado de cuantas cosas veas claramente que no eres tú, ya podrás afirmar que eres lo que resta, un puro centro de percepción consciente, una especie de testigo inmóvil de todos tus pensamientos, emociones, sentimientos y deseos.

 

Espero, pues, que el hecho de admitir que Dios usa todos nuestros sentidos corporales te ayude a comprender quién eres. Y creo que las siguientes reflexiones de Ken Wilber en su libro Gracia y Coraje pueden facilitar tal comprensión: “Hay algo dentro de ti que no es recuerdo, ni pensamiento, ni mente, ni cuerpo, ni experiencia, ni entorno, ni sentimientos, ni conflictos, ni sensaciones ni estados de ánimo. Porque todo eso ha cambiado y puede cambiar sin afectar substancialmente a esa identidad esencial interna. Eso, que es lo que permanece intacto con el transcurso del tiempo, es el Testigo, el Ser transpersonal”. Y añade esto que yo pongo en negritas: “¿Tan difícil es darse cuenta de que todos los seres conscientes tienen la misma sensación de identidad interior y de que, por consiguiente, el número total de Yoes trascendentes no es más que uno? […] Si tuviéramos un cuerpo diferente, seguiríamos experimentando básicamente la misma identidad esencial… pero ¿acaso no es eso mismo lo que sienten todas las personas en este mismo instante? ¿No es igual de fácil decir que no hay más que una única identidad esencial, un Ser que asume distintas perspectivas, recuerdos, sentimientos y sensaciones?”

 

“Y no sólo ahora sino en todo momento, pasado y futuro. Al igual que sientes más allá de toda duda que, aunque tu memoria, tu mente y tu cuerpo sean diferentes, sigues siendo la misma persona que eras hace veinte años (no el mismo ego o el mismo cuerpo, sino la misma identidad esencial), ¿no podrías ser también la misma identidad esencial que hace doscientos años? Si esa sensación de identidad no depende de los recuerdos ni de la mente ni del cuerpo, ¿cuál sería entonces la diferencia?

 

Mucho que pensar, ¿verdad? No cometas el error de confundir tu identidad esencial con tus recuerdos, porque ese yo único que trasciende no es el recuerdo, sino el testigo del recuerdo. Entonces… ¿no serás tú mismo o tú misma ese Testigo? Según San Clemente, quien se conoce a sí mismo conoce a Dios.

 

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