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          Otoño canadiense       


Toni Gil


He vuelto a Canadá en otoño. En realidad, después de mi primer viaje con el Club de Empleados CAM de hace unos años, me había prometido que si volvía sería en época de más frío, para constatar todo lo que te cuentan sobre la nieve. Sin embargo, por avatares de la vida, ha sido en los “puentes” de octubre cuando he vuelto, y en mi libro de notas hay algunas para compartir, por ser curiosas especialmente para gente mediterránea como nosotros. Y a falta de nevadas, hemos visto caer las hojas de variopintos colores. Veamos:

Fumar. Se lo han tomado a la tremenda, no hay espacio para los fumadores en aeropuertos, hoteles, cualquier espacio cerrado…, incluso he podido ver una placa en Ottawa, en la fachada de un banco, que prohibía fumar a menos de 5 metros de la puerta, lo cual te llevaba a las inmediatas, y en la terraza de una cafetería, bajo un toldo abierto por los laterales ¡tampoco!

El alcohol. En el grupo de turistas iban algunas familias, con jóvenes de diversas edades; a dos de ellos, estudiantes universitarios, que quizás les parecieron menores de 19 años, les exigió el camarero documentación antes de servirles una copa de vino.

Reciclaje. Un día a la semana, al parecer, pueden sacarse a la puerta de la calle unos pequeños contenedores de color azul con todos los elementos reciclables del hogar, que son recogidos por los servicios municipales; y el colmo fue en la habitación del hotel, donde me encontré con dos papeleras, una también de color azul, para depositar allí los elementos destinados a su recuperación.

España. O Europa. Cincuenta canales de televisión y ni uno que nos ofreciera alguna noticia próxima. Debemos quedar algo lejos para su mentalidad.

Carreteras. Camino de Charlevoix, para intentar ver las ballenas, antes de iniciar una cuesta abajo el bus se para ante un aviso que obliga a los que transportan pasajeros a realizar allí mismo, a pie de la carretera, una comprobación de los frenos. Junto al arcén, comienza el bosque y una señal advierte: ¡prohibido orinar bajo multa de cien dólares!

Tráfico. La información sobre las multas es evidente. En la carretera una valla comunica que ir a más de 100 es multa de 105 dólares, a más de 120 de 145, y a más de 140 de 180. Y si vas por la ciudad, y no cruzas por los pasos de cebra o con el semáforo encendido el mismo guía te advierte que la multa es de 35 “pavos”.
Impuestos. ¡Qué complicados! Generalmente los precios que indican no comprenden las tasas locales y federales (un 6 y un 8 por ciento), lo cual te sorprende la primera vez que compras algún artículo o servicio, pero lo más llamativo es la famosa “propina” o servicio en restaurantes que, además, no aparece y es un 15 por ciento adicional. Con lo que un plato de maigret canard de 24 dólares se convierte al final en 30,80.

Publicidad. Un spot gubernamental en una cadena de la televisión hablaba de la depresión –parece que el clima la favorece de forma muy estimable- calificándola de “enfermedad” e instando a comprenderla y combatirla.

Meteo. Deberíamos aprender algo de los sistemas de previsión canadienses, con canales de TV dedicados en exclusiva al tiempo meteorológico. En los siete días, han acertado al mililitro, o sea en el tiempo y en el espacio. Debe ser que allí no hay gota fría, aunque sí hay un ice wine; una especie de moscatel hecho con uvas que dejan helarse en la misma viña hasta que se convierten en pasas mismamente congeladas.

Tendré que volver a verlas un enero de cualquier año próximo.

 toni.gil@ono.com

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