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     DIOS NO ES BURLADO     


Matías Mengual 

     ¿Por qué dijiste: “Pequé tanto… y Dios, en su misericordia, no castigó mis pecados”?

     ¡Cuántas veces te hiero y no lo sabes! Mis cadenas te ligan de pies y manos. Se acumula el moho en tu corazón, de modo que estás ciego para los misterios. Cuando el hombre, obstinado, practica maldades, lanza polvo a los ojos de su discernimiento. Cesan en él la vergüenza por el pecado y el acudir a Dios; cinco capas de polvo pósanse sobre su espejo, manchas de moho empiezan a roer su hierro, el valor de su joya es cada vez menor.

 

Jalal-uddin Rumi

     Si hay libertad y si existe una Realidad espiritual cuyo conocimiento es el propósito y última finalidad de la conciencia, entonces toda la vida presenta el carácter de una prueba de inteligencia, y cuanto más alto es el grado de advertimiento y mayores las potencialidades de la criatura, tanto más penetrantemente difícil serán las preguntas hechas. Pues no podríamos ser lo que deberíamos ser si viviésemos en la clase de universo que deberíamos esperar…

 

     Una Providencia latente, una vida confusa, un extraño mundo material, una existencia rota prematura y súbitamente no son verdaderas dificultades, sino ayuda real; pues ellas, o algo como ellas, son condiciones esenciales para una vida moral en un ser subordinado.

 

     Porque somos libres nos es posible contestar bien o mal a las preguntas de la vida. Si las contestamos mal, provocaremos nuestro propio atontamiento. La mayor parte de las veces este atontamiento tomará formas sutiles y no inmediatamente discernibles, como cuando nuestro fracaso en la contestación hace imposible que advirtamos las potencialidades superiores de nuestro ser. A veces, por el contrario, el atontamiento se manifiesta en el plano físico, y puede envolver no sólo a individuos como individuos, sino a sociedades enteras, que se derrumban catastróficamente o se hunden, más lentamente, en la decadencia.

 

     El dar respuestas correctas es recompensado en primer término con el desarrollo espiritual y el progresivo advertimiento de potencialidades latentes y, en segundo término (cuando las circunstancias la hacen posible), con la adición de todo el resto al advertido reino de Dios.

 

     El hombre malo en la prosperidad puede, sin él saberlo, ser oscurecido y corroído por un moho interior, mientras que el hombre bueno en la aflicción puede hallarse en el recompensador proceso del desarrollo espiritual. No, Dios no es burlado; pero, recordémoslo, tampoco es comprendido.

 

     (Compendio de un capítulo de La Filosofía Perenne, de Aldous Huxley, que he resumido porque no podía hacer nada mejor que facilitar su propagación).

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