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MI PRIMO BASILIO


José Miguel Quiles

     Mi primo Basilio y su esposa Maria Luisa de los Santos, son de esos matrimonios burgueses que han dedicado la mayor parte de  su vida a resguardarse de las corrientes de aire, a  cuidar  el  colesterol  y a que funcione bien el intestino. En su boda, mi tía  Edelmira estaba encantada:

     - ¿Maria Luisa? de muy buena familia, ya lo creo que sí… - Y, en efecto,  han vivido 36 años de matrimonio, en perfecto orden y armonía, dos burgueses bien acomodados de una gama media alta. Unos artífices del buen vivir,  entienden que la vida está llena de pequeñas felicidades.

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     Mi primo Basilio viene a comprar 3 botellitas de vino moscatel de Jalón (siempre de  Jalón) para la  Purísimia y le duran hasta San José, se toman, los dos,  una copita después de comer, religiosamente, con unos rollitos de anís. Los domingos de invierno se van paseando, sosegados, cogidos del bracete,  hasta la “Confitería de Ismael” en La Florida y se compran 6 milhojas. A Maria Luisa de los Santos no le gustan los milhojas de merengue, que se desparraman  al comerlos, el milhojas ha de ser de crema pastelera con cuerpo y con la masa fina y crujiente que corte bien al morder. Ismael los hace muy bien. Bollería industrial ¡cuidado! llevan conservantes, acidulantes,  grasas saturadas y hasta sulfitos.

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     Mi primo Basilio y  Maria Luisa de los Santos viven invierno y verano a  24º  justos… es la temperatura ideal para el organismo y ello repercute inconscientemente en el estado emocional de la persona.

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     Tiene mi primo un Mercedes 450 desde hace 24 años y se ha gastado 3,800 € arreglando el carburador, y cuando yo le aconsejo que cambie de coche me mira y se extraña ¿cambiar?, “¡con lo bueno que me ha salido éste!”. Y algunos domingos de invierno que hace buen tiempo ¿no lloverá? mi primo Basilio le pasa un plumero al parabrisas por los ácaros que despide la polución del garaje y ambos dos se van comer un arroz a banda a Santa Pola. Siempre van a un bar de playa donde hacen el arroz con pescado muy fresco, de plena confianza. Y Maria Luisa de los Santos le dice a mi primo Basilio,  al salir:

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     - El cinturón, Basi, y  pon música… esa  de Siboney,  y no corras, Basi,… no corras. - Y Basi se cruza el cinturón  y pone Siboney de Paul Mauriat y Basi no corre. Perfecto todo. Todo en orden.

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     No he dicho todavía que mi primo Basilio y Maria Luisa de los Santos no han discutido jamás; ella le llama Basi y él la llama Luisi y van a las mil maravillas (de “puta madre”, que se dice). Se hablan a medio tono,  con el diapasón alicaído.  Hicieron un viaje a los Pirineos y les pregunté a la vuelta y me dijo mi primo Basilio:    

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     - “Los baños muy limpios… y dos toallas y albornoz. La habitación daba al norte, muy silenciosa, con moqueta,  sol de tarde. Allí los restaurantes ponen dos platos a elegir en el precio del menú y luego te cobran el pan, el vino y el postre aparte…  sale el doble” - Como se ve, toda una definición “juliovernesca” de los Pirineos orientales.

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     Mi primo y Maria Luisa de los Santos no se han reproducido. Yo creo que por no interrumpir la “regla” y el orden de la vida, por evitar los excesos anímicos, por no pasar de 24º en un desaconsejable y súbito “calentamiento” de sus organismos.

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     A veces les veo en verano por el paseo del mar, antes de que apriete el sol; van juntos a comprar 3 barritas de pan integral y el ABC; ella con su pamela, él con su sombrero de fieltro, como dos geranios mustios, ¿habrán dormido a buena temperatura? ¿se habrán dado un besito de buenas noches? ¿habrán desayunado su leche de soja y sus galletitas sin colesterol? (Ella además se toma una ración de dulce de membrillo para “retener”, porque va ligerita del intestino). Me recuerdan aquellos personajes altos y tristes, de sombreros grandes, que dibujaba Gustavo Doré…

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     Decía Herman Hesse: “No hay nada tan aburrido como 15 días felices…” 36 años de pequeñas y diarias felicidades… deben ser un suplicio. ¿Cómo diría?… les veo como vería un plato de acelgas tibias.

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