Que no se vayan las nubes,
que sigan cubriendo el cielo,
que se abran poquito a poco
y se deshagan cayendo
lo mismo que entre las manos
se va deshaciendo el hielo.
La tierra está seca y yerma,
los árboles, polvorientos,
las fuentes apenas cantan,
las flores se están muriendo
como por falta de sangre
sin vida se queda el cuerpo.
¡No te vayas, nube negra!
¿no ves que te estoy queriendo?,
dice la tierra a la nube,
pero ella se va riendo,
y mientras, los altos chopos,
que se van quedando secos,
se miran unos a otros
y lloran con desconsuelo.
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