Antes de ser quien soy, hubo un deseo
de mirarme nacer, como un milagro,
y hubo un amor que me pensó, y un beso
y un ensueño de surco y de sembrado.
Antes de ser, ya estaba mi presencia
-promesa y esperanza- entre los brazos
de la mujer que me llevó en su seno
apenas embrión, apenas grano;
dos amores, unidos, me nacieron
con la ayuda impalpable de Lo Alto.
Antes de mis primeros movimientos
de mi primer llanto,
antes de abrir los ojos a la aurora
y poner la palabra entre mis labios,
estaba ya mi nombre en la esperanza
alegre, de sentirme ya cercano.
Antes de ser, ya estaba yo en la mente
del Dios Creador de todo lo creado.