Ese mar que nos devuelve
como espejo generoso
esas luces tan brillantes,
relámpagos jubilosos.
Ese castillo de fuegos,
esa palmera gozosa
farol de la última noche
de vela, de fiesta, de música.
Ese ¡ oh ! que nos asombra
cuando arde nuestra hoguera
rendida, mas victoriosa,
rompiéndose en mil pavesas.
Y ese cielo azul que cubre
el velo de pólvora y humo;
ese frescor de la noche
que es de todos y ninguno.
Son así, los de San Juan,
días en que se refleja
desde la noche hasta el alba
el amor por nuestra fiesta.