Índice de Documentos > Boletines > Boletín Septiembre 2008
 


Demetrio Mallebrera

CONTROLANDO EL DOLOR


     De sobra sabemos lo delicado que es el asunto del dolor en uno mismo, en los demás, en el mundo…, no sólo por razones de mera humanidad sino porque también hay que considerar las creencias en las que los enfermos basan su sentido de la esperanza y la ética que está pidiendo a gritos que nadie salga de este mundo sin antes haber puesto todo lo posible para vencer una supuesta saturación negativa de sí mismo. La ley de dependencia que se está desarrollando, de tan difícil gestión, corre el riesgo de convertirse, de tan justa como le corresponde ser, en la más injusta que puedas imaginarte si no vigilan los casos uno por uno con criterios indulgentes y severos a la vez. Los cuidados paliativos, y por lo tanto, relacionados con el dolor, existentes en los hospitales desde hace años, contemplan casi exclusivamente a los pacientes que ya se les da por desahuciados y lo único que pretenden es, con amabilidad, rebajar sus sufrimientos, aportándoles calidad de vida en sus últimos instantes terrenales.

 

Cecily Saunders     Nunca como ahora mismo, en momentos en los que se duda de todo, son tan necesarios unos cuidados que signifiquen entrega, exclusividad. Deben mirar más allá, más adentro, de unos dolores físicos, de unas llagas, de unos suplicios insoportables, y saber de penas y aflicciones que no se ven y que son fruto de la soledad, el desprecio, o algún tipo de tormento interior, lo que significa contemplar, exigir, algo más que profesionalismo, olvidando incluso la más que justa remuneración. Hemos leído, a tal propósito, la biografía de la doctora británica Cecily Saunders, considerada como la precursora mundial de los cuidados paliativos para los enfermos terminales, fundadora del movimiento “Hospice”, cuyo lema es “Me importas por ser tú, hasta el último momento de tu vida”. Lo que viene a traducirse en ayuda no sólo a morir  en  paz y sin grandes dolores, sino también “hasta el día en que mueras”, sin prolongar una vida que ya casi no es tal pero también sin precipitar la muerte, pues la eutanasia es como  cortar el hilo de la dignidad humana. El hospicio  en español ha significado siempre algo ligado a beneficencia, a último remedio, a antesala de la muerte. Hay cientos de “hospices” desde que empezara a crearlos la doctora Saunders a su estilo en 1967 en Gran Bretaña y en más de noventa países.

 

     Algo pasa en nuestra vida cuando de momento se cruzan acontecimientos que nos tocan y se han de tomar decisiones. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial Cecily creyó que debía hacer algo útil en una sociedad castigada por bombardeos y prácticamente ningún proyecto personal tras la suspensión forzada de estudios y la separación de sus padres, así que se matriculó para ser enfermera en el Hospital y escuela de Santo Tomás, en donde descubrió un mundo necesitado de cariño y sensibilidad. Conoció a un judío polaco con un cáncer inoperable quien gracias a ella encontró no sólo el sentido de su vida sino también el de su enfermedad, y ambos pensaron en buscar un lugar distinto en el que padecer una enfermedad incurable no fuera tan doloroso, con personas preparadas y hábiles en el trato que, al mismo tiempo, se ocuparan de atender otras necesidades. Más tarde, aconsejada por un importante director de hospital, volvió a las aulas para estudiar medicina a sus 33 años, graduándose a los 40 y empezando un periodo de investigación a base de becas para llegar al más recóndito origen del dolor. Pasaba horas y horas observando a los enfermos, analizando, escuchando y controlando el dolor, saciándose de psicología. Tres años antes de morir, fundó en 2002 la Cecily Saunders Fundation para promover la investigación en cuidados paliativos. Desarrolló la teoría del “dolor total” definida por la vivencia en el paciente de la ansiedad, la depresión y el miedo, junto con la pena por los familiares que se quedan, la necesidad de encontrar sentido y ofrecimiento, y creencia en la que confiar.     

Volver