Releyendo el prólogo que tuvo la amabilidad de hacer el ilustre militar y mejor amigo Don Ernesto Andrés Vázquez para mi libro “San Javier y sus símbolos” que he reproducido en mi reciente publicación “Datos para el ‘Curriculum’ de Miguel Gallego Zapata” (Año 2007), me trae agradables recuerdos, muchos en mi calidad de Secretario Particular de Don Tomás Maestre Zapata, entonces Presidente de la Junta de Gobierno de la Oficina de la Caja de Ahorros del Sureste de España en San Javier desde su inauguración el 21 de diciembre de 1952. Fui testigo de aquel importante acto en el que estuvieron presentes el Presidente Don Román Bono Marín y el Director General Don Antonio Ramos Carratalá, así como el Excmo. Sr. Don Francisco Bastarreche y Díez de Bulnes, Almirante Capitán General del Departamento Marítimo de Cartagena, los alcaldes de San Javier y de Cartagena, Don Pedro José Foncuberta Mínguez y Don Miguel Hernández Gómez, Don Adrián Viudes Guirao, Presidente del Consejo en Murcia y el ya citado Don Tomás Maestre Zapata, que tanto interés puso desde su cargo en el Consejo de Administración para que se creara esta Oficina, entonces la número 47 de entre las existentes en Alicante, Murcia y Caudete (Albacete). Aún recuerdo el obsequio de aquella libreta número 1, aún operativa, a nombre  de  San   Francisco  Javier,  que  tantas anécdotas originó a través del tiempo y que, con un solemne Te Deum en el Templo Parroquial, se le ofreció a nuestro Santo Patrón con mil pesetas.

     Volviendo a Don Ernesto, dice: “los catorce años y medio que viví en el término de San Javier fueron los más felices de mi vida”, y “por otro lado, por oficio de la Caja de Ahorros del Sureste de España de 11 de mayo de 1957, se me había comunicado el nombramiento de Vocal efectivo de su Junta de Gobierno en San Javier”.

     Al cumplirse los cincuenta y un años de aquella inauguración, quiero dejar constancia del recuerdo que nos dejó a las gentes de este pueblo la conducta ejemplar de aquel caballero, seis años como Primer Teniente de Alcalde, en los que puso su señorío y buen hacer al servicio de nuestro pueblo, y su exquisito trato, así como sus talentos, que son muchos, al resurgir de San Javier, que en aquella época iniciaba su despegue. Una alta contribución más de la Academia General del Aire de la que procedía como su más alto representante.

     Citaba hace poco una autora torrevejense a  los  “pata negra”,  refiriéndose a los que habían nacido en Torrevieja, así como sus padres y abuelos; yo, sin embargo, llamaría “pata negra” a los que sin haber nacido en San Javier se han entregado por el pueblo y han dado lo mejor de sí mismos por el engrandecimiento de esta nuestra tierra envidiada por tantos.