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IN MEMORIAM

CARTA ABIERTA A JUAN RAMÓN BALDO BOU
(Ramonet de la Caja)
     (por Salvador García Cerdá)     


Amigo Ramón:

 

     Cuando el sábado día 25 de octubre estaba a punto de acabarse, por un comentario oído en una conversación de amigos, me enteré que estabas enfermo y que la enfermedad que sufrías era bastante seria. Nada más saberlo me entró una gran preocupación y trataba de encontrar una explicación, consideraba que no era posible, que la información no era cierta, cómo podía ser verdad si el día 5 de ese mismo mes habíamos estado en tu barraca “Pensat i fet” hablando de los próximos viajes de Jubicam y de que ahora que tú eres el vocal de la Marina Baja tratarías de coordinar las salidas para que fueran más fáciles para todos.

 

     Aturdidos nos fuimos a dormir Amparo y yo, y acordamos que por la mañana llamaríamos a Maribel para interesarnos y conocer lo que realmente pasaba, pero al día siguiente, cuando nos levantamos, el toque de “señal” de las campanas indicaban que tú ya te habías ido.

 

     A lo largo de todo el día no hice nada a derechas, mi pensamiento estaba contigo, y entonces, los recuerdos empezaron a acudir todos apelotonados y mezclados, y nuestras vivencias comunes las repasaba como si estuviere viendo una película.

 

     Recuerdo cuando en la escuela, siendo D. Ángel “el Trocet” el maestro, tú tenías l4 años y yo 9, te eligieron para ser el “botones” de la oficina que la Caja de Ahorros del Sureste de España iba a abrir en Sella. Te convertiste en el modelo de todos los niños y los padres deseaban que sus hijos fueran como tú y te ponían como ejemplo.

     Más tarde, cuando se abrió la oficina de Relleu, te compraste una moto, creo que era una Iresa, a la que le habías pegado un adhesivo con el nombre de la Caja y tú ibas todos los días a trabajar por una carretera sin asfaltar y llena de baches.

 

     Me acuerdo de la conmoción que se produjo en el pueblo cuando sufríste el atraco en la oficina de Orxeta. Los ladrones te dejaron la cabeza con una brecha cuya cicatriz  nunca ha llegado a desaparecer.

 

     El día que me llamaste por teléfono, creo que era el año 1968, para comunicarme que se habían convocado oposiciones para entrar en la Caja, marcó el rumbo de mi vida, me ayudaste a preparar la instancia y le diste curso, y después,  cuando pasé a ser empleado de la Institución me felicitaste y me dijiste una frase que nunca he olvidado: - Vienes a trabajar en una empresa que se hace querer, cosa cierta que he podido comprobar a lo largo de mi vida laboral.

 

     Son tantos los recuerdos que se me hacen difíciles de ordenar, como cuando tocó el gordo de Navidad en Sella y tú desde la Vila Joiosa y yo desde Benidorm fuimos a ayudar. Íbamos casa por casa recogiendo papeletas y a la hora de la Misa del Gallo todavía estábamos en la oficina.  Fueron las primeras horas extras que cobré. También las salidas con compañeros como Antonio y Gonzalo Ortolá, Antonio Aura, Ángel García, todos con hijos pequeños, que los domingos íbamos a pasar el día, bien a Ondara, Pedreguer, Benisa, La Nucia o Sella, tú siempre con tu 600, con el que habías recorrido media España.

 

     En los últimos años, tú jubilado y yo prejubilado, hemos coincidido en varios viajes de los que organiza Jubicam. Ibas siempre acompañado por Maribel y por tu amigo Rafael “el Carnicer”, los dos siempre pendientes de tu mujer, cuya salud  no era demasiado buena. En todos estos viajes he disfrutado de tu amistad y de tu compañía y me acuerdo, cuando en Burgo de Osma, estabas obstinado por fotografiar una cigüeña en el momento de embuchar a sus pollos, hasta que, después de bastante tiempo, lograste tu objetivo.

 

     Bien, amigo, te has ido sin despedirte, de una manera muy discreta y sin dar ningún quehacer, de manera idéntica a como has actuado toda tu vida. Nunca has querido ocupar ninguna dirección de oficina, ni ningún cargo relevante, pero en todos los puestos que has estado, al final, has resultado imprescindible.

 

     Adiós amigo, tu recuerdo persistirá siempre en mi memoria y estoy seguro de que allá donde te encuentres continuarás siendo “RAMONET LA DE LA CAIXA”.

 

     Que descanses en paz.

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