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Ángel J. García Bravo

CANCIÓN SENCILLA
(por Ángel J. García Bravo)


     Haces de cristal de estrellas,

-me ha dicho la luz del alba-

vienen, poniendo en el cielo

itinerarios de plata;

bordan pañales de bruma

con diamantes y esmeraldas

y, argenteando un pesebre,

pintan fulgor en su paja…

 

     Monte abajo se aproximan,

-me ha dicho una brisa blanda-

entre un encaje de ensueño,

como un susurro de alas,

tres caballos azabache

con palafreneros malva,

tres escuderos de bronce

con tres camellos de nácar

y Tres Reyes, sustentando

una ilusión en sus almas…

 

     Monte abajo se aproximan,

y el horizonte, hecho un ascua,

perfila sus siluetas

con perlas de gotas claras…

 

     Azul, de azules reflejos,

verde, de verde esmeralda,

blanco, de blanco de luna,

rosa, de rosas de alba,

les van diciendo a la Estrella

de un Dios nacido entre pajas…

 

     (En las praderas del cielo

pacen nubecicas blancas…)

 

     Me han dicho las altas cimas

y las profundas gargantas,

el río, de cristal de espejo,

y el pastorcillo,… y la escarcha,

y el molino…, y la palmera…,

y la noria…, y la muralla:

 

     “El Rey Melchor lleva oro

en cofrecillo de plata;

lleva el Rey Gaspar incienso,

-euritmia de niebla blanca-,

y mirra, el Rey Baltasar

en un pomo de esmeralda”.

 

     Me han dicho la luz y el viento,

en susurros sin palabras,

que van rezando ilusiones

y van cantando plegarias,

que llevan leguas de arena

prendidas en sus sandalias

 

     Arena de los desiertos

que cruzaron, en la saga

que comenzó en una Estrella

y terminó ante las pajas

de un pesebre donde Dios,

milagro de amor sin pausa,

se hizo niño, en una Virgen,

desde siempre inmaculada.

 

     (Belén pone, en el paisaje,

una blancura de casas

y se estremece, en el iris

de La Estrella vuelta brasa)

 

     Es una gruta, palacio,

trono y dosel, una cuadra.

 

     Ante los Tres Reyes Magos,

el Niño Dios bate palmas,

la Madre-Virgen sonríe,

San José les da las gracias

y cien ángeles chiquitos,

-destellos de nubes blancas

entre retazos de bruma-,

 

     Los Tres Reyes Magos tienen

ilusiones en sus almas

y, aún hoy, las vienen sembrando,

-misterio de madrugada-,

en los zapaticos niños

que esperan en las ventanas.

 

     Haces de cristal de estrellas,

me ha dicho una brisa plácida,

van conduciendo a los Reyes

hacia Dios por la montaña…

 

     Azul, de azules reflejos,

verde, de verde esmeralda…

 

     ¡Un contraluz de horizonte

perfila la Cabalgata!   

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