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CESA EL RAYO
(por Francisco L. Navarro Albert)
 

     Cesa el rayo en sus intentos

de alumbrar el día con descargas

que, rasgando el cielo metro a metro,

cubre ese cielo de destellos y de llamas.

 

     Suena, discreto, algún cuclillo

oculto, por su timidez, entre la valla.

Su voz, apenas un murmullo,

al menor ruido siempre calla.

 

     En cuencas que vierten a riadas

se abren mil tejas en lo alto

llenando con el fruto de sus aguas

el aire, la tierra, el asfalto...

 

      Se oye, de pronto, un gran silencio

que anuncia la tormenta que se aleja

en pos de otro campo mas sediento

que admita sus aguas sin protesta.

      Se ahílan las gotas como perlas

formando bellas cuentas de rosario

que manos de aire pasan trémulas

mientras suena la tormenta allá en lo alto

 

     El aire se limpia en el espacio

que, muerto ayer por la sequía,

se puebla hoy, como en un cuadro,

con su verde bosque y con su umbría.

 

     Canta el gallo a cada trueno

y ladra el perro al charco de agua

que refleja en el espejo de su brillo

sus fieros dientes  y su ira desatada.

 

     Hay, en el aire que hoy respiro,

un aroma nuevo que delata

aquí, la rosa, allá, el lirio

o la simple margarita deshojada.

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