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Vicente Esteve

   AL HABLA CON...
RAFAEL SÁNCHEZ RAMÍREZ
(por Vicente Esteve)


En la última reunión de la Junta Directiva, nuestro Presidente me presentó a Rafael e inmediatamente le estaba preguntando por su vida, para la entrevista, claro, y esto es lo que me dijo:
– Nací en Alhama de Murcia el 15 de marzo de 1946 y tanto mi infancia y adolescencia, como la de mi hermano, tiene pocos recuerdos buenos pues teníamos que trabajar en las labores agrícolas nada más salir de la escuela. Iba a clase de 12 a 14 y por la tarde de 17 a 19 horas, empleando el resto del tiempo en el trabajo; por la noche tenía que estudiar lo del día siguiente. Eran tiempos difíciles que no se parecen en nada a los de hoy. Siendo muy pequeño, recuerdo con especial cariño un viaje en tren que hicimos toda la familia desde mi pueblo a Sucina para visitar a mis tíos y primos, que estaban desplazados en ese pueblo por el trabajo de Guardia Civil de mi tío. Tampoco se me olvida la primera vez que vi el mar, en un viaje que me llevaron mis padres al Puerto de Mazarrón. De pequeño jugaba a las bolas y más tarde a los futbolines. Conocí a mi esposa, Juana Manuela Cerón Provencio, cuando ella trabajaba en una fábrica de embutidos del pueblo, y nos casamos el 29 de septiembre de 1973. Tenemos dos hijos, Pedro José, de 33 años, Licenciado en Filología Hispánica y con grandes conocimientos de música, y Francisco Javier, de 27, que trabaja en la oficina de una ferretería industrial; ambos viven con nosotros en nuestro domicilio de Lorca.

 

¿Y de tu paso por la Caja ¿qué me cuentas?
– Pues que ingresé en la Caja de Alhama de Murcia
en el año 1969, por tanto soy “alamita”, como dice nuestro incansable viajero y amigo de todos, Pepe Campos. Aprobé el examen pero estaba sin plaza y, al volver de la mili, nuestro compañero Rosendo González Lucas, también “alamita”, me avisó de que iban a abrir una oficina en Lorca; hice las gestiones oportunas que en aquellos tiempos se hacían para entrar en
la Caja
, y lo conseguí. Aprovecho esta oportunidad para darle las gracias públicamente. El 28 de julio de ese año pasé de estar trabajando en la agricultura, con  mi  padre en la  finca que él dirigía,  a la actividad que todos nosotros conocemos. Ingresé en la nueva oficina 007 en el barrio de San Cristóbal de Lorca y a los pocos años, quizá dos o tres, tuve la gran suerte de ser trasladado a la oficina 017 (actual 0217) de la que era director una de las personas más queridas por mí y por mucha gente, como era don Plácido Mariano Arcas Arcas, al que relevé en su puesto cuando fue trasladado a instancias del también gran amigo y persona don Pedro Postigo Izquierdo, Director de Zona en aquellos años. Cuando se jubiló el Sr. Arcas me trasladaron a mi oficina de origen y allí obtuve grandes éxitos en mi trabajo, por los que fui premiado en dos ocasiones con los viajes de los líderes, lo cual reconforta por la labor realizada, aunque tus compañeros de equipo no lo puedan disfrutar contigo. Era un fallo que ahora se ha corregido con el sistema de incentivos. Pasé dos años en la oficina 0296 y a petición propia volví a “mi” oficina de siempre, donde me llegó la prejubilación siendo interventor.

  

Aquí están resumidas las vivencias de más de 34 años de trabajo dedicados a la CAM, pero aunque lógicamente es mucho tiempo, ahora que ha pasado te das cuenta de que, por tu entrega y afán de conseguir negocio, llegas a abandonar de alguna manera a tu familia. Pero mi gran suerte ha sido tener una mujer admirable que siempre me ha apoyado. Junto a nuestros hijos nos consideramos privilegiados.

   

¿Cómo llevas la prejubilación y el cargo en la Junta Directiva?

– La prejubilación, después de tantos años de horarios y obligaciones, la verdad es que es una gozada, no tienes prisa por nada, haces lo que quieres, es decir, bien, muy bien. En cuanto al cargo como Vocal de la zona de Lorca tengo que decirte que estoy muy satisfecho, me gusta, no me quita tiempo y tenemos nuestras reuniones en las cuales se disfruta con los amigos y tienes la impresión de que sigues en activo.

  

¿A qué aficiones te dedicas para ocupar el tiempo de ocio?

– Pues sobre todo estoy centrado en el bricolaje y restauración de muebles, aunque esto último tiene que ser con el visto bueno de mi mujer, ya que ella es la experta. También realizo labores agrícolas con los naranjos,  frutales,  hortalizas  y  flores  en nuestro pequeño huerto que tenemos en Alhama de Murcia, donde pasamos grandes temporadas, solemos ir todos los fines de semana.

   

Desde luego, tengo que decir que a mí no me ha causado ningún trauma ni nostalgia la prejubilación; hago cosas que antes no podía hacer como es ir a la compra y ayudar a mi mujer en las tareas de la casa, y paso por la oficina para saludar a mis compañeros y clientes. Esto me hace no sentirme desplazado ni experimentar ese vacío que te queda después de tantos años.

   

Y de proyectos para el futuro ¿qué?

– Voy viviendo el día a día y mi futuro más inmediato es el de ir terminando las cosas que empiezo. Dispongo de una biblioteca con bastantes libros, que he ido comprando a lo largo de mi vida, y aunque no soy un gran lector, ahora solamente suelo leer la prensa y poco más, espero empezar pronto a quitarles el polvo. Eso sí, cuando puedo disfruto de alguno de los viajes programados. Todos los que he realizado los recuerdo con agrado, pues todos tienen su encanto, aunque especialmente me impactó el que hice con la Caja cuando nos premió a los líderes. Nos hicieron una gran oferta para ir a varios países y en la reunión previa, la gran mayoría eligió New York; y fue un acierto ya que resultó fascinante y muy cuidado por la agencia de viajes; tengo un especial recuerdo de la cena que nos dieron en las famosas Torres Gemelas en su piso 104, que como todos sabemos desaparecieron por un acto terrorista.

  

Y los recién cumplidos 63 ¿qué tal se llevan?

– Los estoy llevando muy bien, toda vez que en el año 1992 sufrí una cardiopatía isquémica, es decir, una angina de pecho, pero gracias a Dios la superé y actualmente hago una vida normal, con las consiguientes pastillitas, de las que, con nuestros años, es difícil escapar. Me levanto a las nueve de la mañana, desayuno y si hace buen día me voy en bicicleta de montaña unas dos horas, y si me quedo en casa me entretengo viendo una película mientras hago ejercicio en una cinta mecánica; después, lo normal, ducha, afeitado y a la “bolsa de los recaos” como decimos aquí. Además, mi gran sueño se está cumpliendo al seguir junto a mi esposa y ver cómo se desarrollan en la vida nuestros hijos y su descendencia.

   

¿Qué harías hoy si tuvieras 20 años?

– Creo que te ha faltado añadir: … y lo pasado, pasado está. Pues bien, haría lo mismo, pero procuraría dejar más tiempo para mí y los míos. En eso me equivoqué.

  

Hablando de presente y pasado se me ocurre preguntarte ¿como ves el futuro de tu ciudad?

– Muy diferente del que fue en el pasado. Recuerdo cuando no había agua corriente y mi tía me dejaba a cargo del carretón con sus dos cántaros para llenarlos en la fuente pública, donde se hacían largas colas; y sobre todo, cuando llegaban a llenar los cántaros con sus clásicos carros los “aguaores”. En algunas calles y plazas, bajo la sombra de los eucaliptos, los alpargateros cosían las suelas con esparto y cáñamo, así como los “encapaores”, con su clásica rueda, encapaban la soga de cáñamo para la confección de las alpargatas. Aquello dio paso a verdaderas industrias del vulcanizado. Mi pueblo fue pionero en estas grandes fábricas que dieron trabajo a muchísima gente pero hoy prácticamente han desaparecido. Ahora tenemos las industrias cárnicas “El Pozo” que dan trabajo a más de cinco mil personas y, por tanto, el pueblo se ha convertido en uno de los más importantes de Murcia, con un índice de paro muy bajo a pesar de la que está cayendo. Es un pueblo muy acogedor y para mí, como es lógico, es el mejor.

  

Pues nada mejor para dar por finalizada nuestra entrevista, que quedar emplazados en vernos un día en Alhama y disfrutar de su hospitalidad.

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