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EL MUNTO DE LOS TOROS
CONCESIÓN DE TROFEOS
(por Roberto Hernández Vidal)

Con mi agradecimiento a D. José Manuel Fernández Melero

  

     El artículo 82 del Reglamento Taurino dice textualmente: “La concesión de una oreja se realizará por el presidente a petición mayoritaria del público; la segunda oreja de una misma res será de la exclusiva competencia del presidente, que tendrá en cuenta la petición del público, las condiciones de la res, la buena dirección de la lidia en todos los tercios, la faena realizada tanto con el capote como con la muleta y, fundamentalmente, la estocada”.

     La concesión de orejas se otorga con más o menos benevolencia según las plazas. De ahí que una oreja otorgada en Madrid, Sevilla, Bilbao, Barcelona, Zaragoza y pocas plazas más suele ir seguida de un mayor número de contratos, aunque también ocurre que se concedan con cierta generosidad según quien presida la corrida.

     Sería conveniente recordar el origen de la concesión de orejas al torero como premio a una brillante faena. En el siglo XVIII las Maestranzas de Caballería y otras instituciones organizaban corridas en las que premiaban a los matadores por su buen hacer con la concesión del toro íntegro (carne, vísceras, huesos…). Como testimonio de ese premio concedido, el matador cortaba una oreja al toro, que más tarde presentaba como resguardo en el desolladero para que se le hiciera entrega de la res.

     Con el paso del tiempo, las plazas pasaron a ser explotadas por los empresarios, que cambiaron el sistema: para poder aprovecharse ellos de la venta de la carne del toro optaron porque a cambio de la oreja le fueran entregados al torero unos 320 reales (el equivalente a 5 euros). El orgullo de los matadores desestimó pronto esta costumbre que más parecía ofrecer una propina mezquina que un honroso premio.

     No obstante, bajo este régimen, el 29 de octubre de 1876 se concedió la primera oreja en Madrid al diestro gaditano “Chicorro”, aunque el público reclamaba para él no una oreja sino el toro entero.

     La concesión de una forma oficial de la primera oreja honorífica tiene lugar en Madrid, el 2 de octubre de 1910. Se otorga a Vicente Pastor, que lidió de forma extraordinaria un toro de la ganadería de Concha y Sierra.

     El 30 de septiembre de 1915 se otorga la primera oreja en Sevilla a Joselito, que toreaba en la plaza de La Real Maestranza como único espada. La segunda oreja que se cortó en Sevilla fue para Juan Belmonte, el 28 de abril de 1916 y la tercera la consiguió Vicente Pastor al día siguiente. La primera vez que se concedió el premio de dos orejas de una misma res fue en Sevilla; las cortó no Joselito sino su hermano Rafael “El Gallo” a un toro de la ganadería Gamero Cívico.

     En la década de 1940 a 1950, la euforia por distinguir las buenas faenas llevó al público a  pedir –y al presidente a conceder– el premio de orejas más rabo, 1, 2, 3 y 4 patas. Este frenesí parecía llevar camino de adjudicar nuevamente el premio del toro entero, con lo que se habrían retornado a los usos del siglo XVIII… ¡Pero volvió la sensatez!

ANECDOTARIO TAURINO

En diciembre de 2002 se inauguraba el grupo escultórico “Encierro” frente a la plaza de toros de Alicante. Asistía el alcalde Luís Díaz Alperi, peñas taurinas y periodistas del medio, así como los diestros alicantinos “El Tino” y Pacorro. En el transcurso de la inauguración, el Sr. Díaz Alperi le dice a los toreros: “¿Veis esa calle que linda con la plaza de toros? Cuando se abra llevará el nombre vuestro”. Se refería a la calle General Shelly, paralela a la de San Carlos. A lo que “El Tino” respondió: “Luisito, deixa´t de carrers i posa´m en nòmina en l´Ajuntament”.

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