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LOS AZORÍN Y SAN JAVIER
(por Miguel Gallego Zapata)
Cronista oficial de la Villa


          “No sé cómo no se ha explotado antes de ahora este hermoso punto de baños. Conociendo hoy su ventaja y su futura importancia, algunos propietarios han comenzado la construcción de casas más cómodas, más grandes y más adecentadas que las apiñadas grilleras de Los Alcázares, para albergue de bañistas y dentro de pocos años se habrá formado un cómodo pueblecito. El Teniente Fiscal del Supremo, el señor Barnuevo, se ha construido un lindo chalet y probablemente tendrá alrededor para el año que viene hasta una docena de casas. Hasta ahora la animación es bastante regular.

          Además de muchas familias de San Javier que acuden dos veces al día a tomar baños, vienen bastantes de Murcia que residen en el pueblo, en La Calavera o en las cercanas casas. Recuerdo en este momento las de los señores Marqués de Peñacerrada, Fernando Hermosa, Sandoval y Brasco, Ledesma, López Somalo y López Parra, Montesinos, Conejero, Gil de Valle y Navarro Lisón. La gente del campo también ha invadido la orilla del mar y la alameda del camino, desde la Torre Mínguez. Además de sus bailes y cantos, es digno de que se refiera el baño general del día de Santiago, a las doce. Una larga fila de bañistas se hallaba de pie a la línea del agua, y cuando el vigía puesto por ellos avisó la hora marcada en el reloj del establecimiento balneario, todos como movidos por un resorte se lanzaron al lago, pues según ellos el agua en ese día y a esa hora tiene una virtud especial que le da el Santo Patrón de las Españas. Pero la más chocante de estas costumbres son los enterramientos. A la que unos se lanzan al agua otros hacen una especie de sepultura a flor de tierra, y allí tienden al que tiene padecimientos crónicos, cubriéndole con una espesa capa de arena, dejándole libre la cabeza únicamente. En esta situación permanece el paciente por espacio de una hora, durante la cual le dan alimentos y cuidan con el mayor esmero.”

          Transcrito de la carta de don Andrés Bolarín dirigida a don José Martínez Tornel, publicada en 1.888 en un diario de la época, con cuya lectura contribuí al Acto Académico que bajo la presidencia de la Alcaldesa tuvo lugar en el Salón de Actos del Ayuntamiento de San Javier: “Tras el Centenario de Juana Azorín”, que nació en la calle Miguel Zapata de nuestro pueblo. Después de la salutación de la alcaldesa intervino la historiadora local doña María Antonia Martínez Alfonso, que desarrolló brillantemente el tema “Toponimia de San Javier al iniciarse el siglo XX”, siguiéndole el hermano de la homenajeada don Francisco Azorín García, del Instituto de Estudios Madrileños, con el tema: “La Juglaresa nació en San Javier”, que también fue muy aplaudido por los numerosos asistentes.

          Los padres de Juanita, don Severino Azorín y doña Rosario García, vivían en Murcia, pero pasaban temporadas en San Javier hospedándose en casa de sus amigos, la familia Catite. Yo la conocí cuando ya era una encantadora señorita que nos llamaba la atención a los mozalbetes de entonces por su elegancia y distinción, y sus recitales de poesía, que cultivaba desde la niñez, ya eran famosos.

          Ciento veintiún años después me parecen interesantísimos los comentarios del señor Bolarín al señor Martínez Tornel, los cuales merecieron que Santiago de la Ribera y San Javier tengan perpetuados sus nombres en céntricas calles de ambos poblados.

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