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CRUCERO
"JUBICAM SOBRE EL DANUBIO AZUL"
(Por Vicente Llopis Pastor)

Vicente Llopis Pastor


     Gracias a la feliz iniciativa de Jubicam, un grupo de cien personas hemos tenido ocasión de llevar a cabo un bello y extraordinario crucero por el río Danubio durante los días 13 al 21 de septiembre de 2009. Cuando escribo estas notas me consta que igualmente otro grupo de unas cincuenta personas llevarán a cabo idéntico crucero durante los días 27 de septiembre al 5 de octubre de 2009. Entiendo que este comentario que ahora estoy elaborando puede ser también válido para este segundo grupo.

Vista de Salzburgo desde su castillo      Con una gran ilusión iniciamos este crucero al corazón de Europa, del que el río Danubio es su arteria aorta, y por el que afluyen y confluyen historia, arte, naturaleza, arquitectura y civilización que son la admiración de cuantos tienen la gran ocasión de navegar a lo largo de sus tranquilas aguas, las cuales nos hacen sentir lo mejor que la naturaleza y el ingenio humano son capaces de trasladarnos.

     Voy a narrar brevemente cuanto dio de sí en cada uno de los días que vivimos en tan lejanas tierras para nosotros pero tan cercanas en emociones y sentimientos:

Domingo día 13.- A las 17:00 horas salimos en autobús desde la Plaza de los Luceros en Alicante hacia el aeropuerto bajo una lluvia torrencial que acogimos con buen humor; después de los trámites aeroportuarios el vuelo hasta Múnich, con cena en el avión, y llegada a las 23:30 horas; salida en autobús hacia Salzburgo con llegada pasadas las 2:00 de la madrugada y alojamiento en el hotel, donde ya respirábamos el maravilloso entorno con el que la naturaleza y el arte han dotado a tan magnífica ciudad.

Lunes día 14.- Visita a la mágica ciudad, sus paisajes, unidad arquitectónica y armónico casco antiguo que no en vano fue declarado en el año 1977 “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO. La huella del músico Wolfgang Amadeus Mozart está presente por toda la ciudad. Salzburgo, bellamente descrito por el autor austríaco Stefan Zweig, que vivió en ella, y en la que plazas, monumentos, torres, iglesias, edificios y el río Salzach que le da nombre se presentan ante el visitante como un caleidoscopio de sensaciones. Después del almuerzo viaje a Passau, en donde embarcamos en el “MS Flamenco”, que fue nuestra casa a partir de entonces, con ceremonia de recibimiento del capitán y la tripulación incluida.

Palacio de SchömbrunnMartes día 15.- Las sensaciones del Danubio ya entraban por nuestros poros; visita al monasterio benedictino de Melk y por la noche, ya en Viena, un grupo de nosotros asistimos a un maravilloso concierto en una sala del Palacio de Schönbrunn, el Versalles de Austria, en donde vivimos directamente un concierto semejante al televisivo del Año Nuevo, con obras de Mozart y Strauss, incluyendo la marcha Radetsky palmeada por todos.

Miércoles día 16.- La deslumbrante visita en autocar a Viena, en la que emperadores y emperatrices, sobre todo de los siglos XVII al XIX, forjaron el imperio austrohúngaro, cuna de arte, teatro y música, con sus palacios, iglesias, Ópera y demás magnificencias, muchas de ellas del arquitecto Otto Wagner. No en vano se les suele aplicar la denominación “A.E.I.O.U.”, es decir, “Austriae est imperare orbi universo”, o en lengua alemana, “Alles erdreich ist oesterreich unterthand”, cuya traducción del alemán al español sería “Toda la tierra está sometida a Austria”.

Jueves día 17.- Visita a Budapest, con lluvia incluida, ciudad de la que se enamora cualquier visitante. Calles, avenidas, jardines, monumentos, palacios, edificios y todo el entorno urbano, tanto en la parte de Pest como en la de Buda, ambas acariciadas suavemente por la magia del Danubio, son momentos difíciles de olvidar para quien los vive.

Viernes día 18.- Continua la visita a ambas partes de Budapest, en especial al edificio de la Ópera y la plaza del Monumento a los Héroes y en la que la guía nos dio una verdadera lección de la historia de Hungría, que tiene más de mil años, durante los cuales ha tenido diversidad de vicisitudes hasta estar integrada hoy en día en la Unión Europea.

Parlamento de HungríaSábado día 19.- Visita a Bratislava con una encantadora guía que nos deleitó sobre la encrucijada de esta ciudad a lo largo de la historia entre Austria, Hungría y Eslovaquia. Por la noche “cena pirata” en el barco, con disfraces muy logrados y que continuó con una agradable fiesta y en la que los españoles nos adueñamos totalmente de la pista de baile oscureciendo al centenar de alemanes que compartían el crucero con nosotros.

Domingo día 20.- Visita a Melk y por la noche cena de gala de despedida con fiesta y en la que se incluyó una ceremonia de felicitación a mi propia persona por tratarse de mi cumpleaños y en la que no faltaron tarta, vela, cantos, música, abrazos y besos. Me siento muy feliz por todo ello y lo recordaré como uno de los mejores momentos de mi vida.

Lunes día 21.- Buen madrugón, desembarcando  en una localidad cercana a Passau; desplazamiento hasta el aeropuerto de Múnich y, con un retraso de dos horas, el vuelo de regreso a Alicante, donde tuvimos una feliz llegada acompañada de unas ligeras gotas de lluvia que nos recordaron levemente lo que había supuesto la salida del domingo día 13.

Abadía de Melk     Se me ocurren algunas notas adicionales respecto al crucero, tales como el aspecto humano del grupo de participantes, que pasó por las fases propias para la integración entre todos nosotros y que se desarrollaron por la lógica vía de expectativa-relación-identificación-eclosión, y con las que llegamos a formar un compacto grupo. A lo largo de estos días no pasó desapercibido el poso que la historia ha ido dejando en esta zona europea y en la que Sacro Imperio Romano Germánico, Imperio Austrohúngaro, Primera Guerra Mundial, desmembración del imperio, repúblicas, Segunda Guerra Mundial, comunismo, apertura democrática y Unión Europea están muy presentes en el ánimo y las palabras de los ciudadanos de los países visitados. Nuestro grupo tuvo que adaptarse a los horarios de comidas y cenas propios de Centroeuropa, en la que el sol se pone antes que en nuestra querida España porque nuestro Lorenzo es más risueño, así como acostumbrarnos a compartir nuestra vida en el barco con los teutones, quienes eran igual en número que nosotros pero mucho menos bulliciosos.

     Alegría, camaradería, amistad, ambiente familiar, espíritu de Jubicam, incluyendo algunos juegos de cartas y de dominó, completaron unos días inolvidables y con la mejor sensación volvimos a  nuestros lugares de origen.

     Enhorabuena a Jubicam, con agradecimiento a su Presidente y a quienes en ella trabajan para llevar a cabo estas maravillosas excursiones y… ¡ánimo y a organizar más viajes!

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