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CRUCERO POR EL DANUBIO

(por Antonio M. López)


     Antes de iniciar este relato de los días placenteros que hemos vivido en este viaje a través de tierras austro-húngaras y eslovacas bañadas por el curso del río Danubio, quiero expresar en nombre de nuestra asociación y en el mío propio, nuestra condolencia a la familia de Ignacia María Senabre Segrelles, por la pérdida de su esposo Pablo Soler Esquerdo, quienes iban a formar parte de nuestra expedición de viajeros y días antes de la partida, sufrió el fatal desenlace. Descanse en paz.

     Este crucero fue el segundo del mismo programa de nuestra Asociación, puesto que el primero, como recordaréis, se llevó a cabo el pasado 13 de septiembre.

     Viajar por el Danubio, que nos ha permitido conocer la ciudad de Mozart, Salzburgo, uno de los grandes destinos turísticos, ha sido un privilegio. Enclavada en un hermoso territorio, su estructura urbana está plagada de bellos monumentos y rincones típicos, como su Catedral, el Cementerio o el Castillo de Hohen Salzburgo, desde donde se aprecia una vista magnífica de la urbe.

     La UNESCO reconoció en 1.996 a la ciudad con el título “Patrimonio de la Humanidad”.

     Después de una noche de navegación, llegamos a Melk y, en autobús, nos dirigimos a su famosa Abadía. Después de visitarla, nos dirigimos a Viena, en donde tuvimos ocasión de visitar el palacio de Schönbrunn y asistir a un magnífico concierto que nos permitió gozar de la bellísima música de Mozart y Haydn en la primera parte y de Strauss en la segunda; y después de deleitarnos una pareja de bailarines así como de un joven barítono y una no menos joven soprano, terminó el mismo con el “Danubio Azul” y la marcha de Radzinsky. Una velada deliciosa.

     Después de visitar los aposentos imperiales, el Museo de Sissi y realizar una visita panorámica de la ciudad, alguno de nosotros preferimos seguir realizando una visita a pie y regresar por nuestra cuenta al barco. Nos permitió comprobar la belleza del barrio judío con sus plazas y sus edificios interesantes, además de la Catedral, Ayuntamiento, Parlamento, Palacio Imperial, así como jardines de notable belleza.

     Seguimos nuestro periplo contemplando la vegetación dominada por formaciones de cañaverales y carrizales que cubren gran parte de la superficie de nuestro recorrido, así como bosques que incluyen robles, chopos, olmos, etc… que ayudan a mantener al viajero en una sensación de paz y sosiego; y entre tanto nos encontramos en Budapest.

     Nos encandiló. Dos urbes separadas por el Danubio, Buda y Pest. En ellas se funden la belleza y la tragedia, la añoranza y la pasión por la vida.

     Buda, es la ciudad vieja medieval sobre la colina. Pest, es el ensanche de la gran urbe. Su centro neurálgico comercial: pasando por sus maravillosos puentes: La Libertad, Las cadenas o Elizabeth, entre los nueve existentes.

     Nos dimos un baño de cultura visitando el teatro de la Ópera, La Plaza de Los libertadores, el Parlamento, la Iglesia Matías, así como el monumento del Bastión de los Pescadores.

     Budapest nos ha parecido una ciudad de ensueño.

     De vuelta, río arriba, y después de ver y fotografiar con curiosidad el paso de nuestra embarcación a través de las esclusas, nos quedaba vivir una grata sorpresa, nuestra visita a Spitz, pequeño pueblo en el corazón de Wachau ubicado en un maravilloso valle de viñedos. Al coincidir con la fiesta de la vendimia, pudimos disfrutar de la celebración: bailes regionales, la ofrenda de frutos y flores a su patrón, y degustación de sus caldos y uvas acompañados por un soleado día.

     Agradecer la buena predisposición encontrada en todas las personas que formaban parte de la expedición. Personalmente, nada de esto hubiera sido posible sin la existencia de un grupo humano que ha colaborado para que este viaje haya resultado un éxito.

     Hasta la próxima, compañeros.

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