He encontrado tu nombre entre mis notas,
como un milagro, y encontré el recuerdo
de aquellas tardes nuestras tan felices
envueltas en susurros y en silencios,
en tímidas caricias,
en besos…
Apareció tu nombre,
-un trozo de papel amarillento,
junto con una flor, marchita y seca-,
como un brote de luz, latido nuevo,
canción de paz y gozo, de esperanza,
de ramas que se mecen en el viento
y de vida que nace y se renueva
sembrando eternidades en el tiempo.
A la sola presencia de tu nombre,
todo se hizo pasión, y llama, y beso.
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