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MI AMOR POR EL CINE...
(por Francisco Bernabeu)


     Como nos conocemos tanto, estoy seguro que Tony Gil sabe de mi amor por el cine. A mi parecer, que haya acertado en la forma y en el fondo de su artículo “El Imperio Austro-húngaro y Paco Bernabéu” publicado en nuestro Boletín del mes de enero último, se puede deber a que, cuando enjuiciamos o tratamos un montón de cosas, los dos hablamos un lenguaje parecido. Son muchos años tratándonos.

     Y puestos en una actitud reflexiva hablando de cine, algunos podréis recordar mi permanente relación con su hermano Pepe, que incluyó lo relativo a campañas de Cine Forum, durante el desarrollo de un programa de Cultura Popular que pusimos en vigor juntos desde el Departamento de Obra Social de la Caja.

     Dicho esto, si miro en mi interior me parece que la mitad de mi sentir, de mi  madurez humana la debo a la vivencia y a la participación espiritual en el mundo creado y difundido por el llamado “Séptimo arte”. No sólo Alfred Hitchcock y Luis García Berlanga que Tony cita en su artículo han sido maestros en mis emociones. Toda la obra de Ingmar Bergman (Fresas Salvajes, El séptimo Sello...) y de John Ford  (La Diligencia…), y ahora de Clint Eastwood (Los Puentes de Madison...), han protagonizado mi joven y entusiasta pensamiento.

     Como decía al principio, Tony encuentra en la imagen histórica del imperio austro-húngaro un significado último parejo al de Hitchcock y Berlanga como “firmantes” de cualquier “gesto” que puede ser “importante o definitorio”, pero también “coyuntural, vacuo y efímero” en su obra. Y ello le hace dudar del camino que yo pueda emprender por causa de mi reciente designación de Consejero General de CAM, contemplándolo todo desde la perspectiva de una historia profesional compartida, vivida y admirada.

     También a mi –como a él- me hubiera gustado que después de veinticinco años de luchar por conseguir que los jubilados (no sólo por jubilados sino que también por mayores activos expertos bien preparados), hubieran alcanzado la posibilidad de participar en los Consejos de Administración en un puesto de los que a partir de ahora estoy incluido como miembro de la Asamblea General.

     Él sabe que el valor de la distinción no radica sólo en aspectos de relación social, sino en la puesta de manifiesto de las convicciones que han de impulsar cualquier proyecto que favorezca a la Institución que se representa. Mi reconocimiento a la Generalitat Valenciana es insoslayable porque ella colma la ejecutoria de setenta años al servicio de CAM; una historia de la que soy incapaz de desligar mi existencia.

     Tony: el tema es importante.  Un abrazo.

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