Índice de Documentos > Boletines > Boletín Mayo 2010
 

LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES:
¿ESPERANZA O QUIMERA?
(por José Antonio Marín Caselles) 


Abü Dharr [1] informó: “Enviado de Alá, ¿Cuál es la mejor de las acciones? Y El replicó: creer en Alá y participar en la Yihad por su causa (Sahid Muslim 27, 149)[2] … Al contemplar el panorama desolador de destrucción y muerte que el brazo largo, criminal y traicionero del terrorismo ha ido dejando a su paso por Manhatan, Madrid, Londres, Indonesia oriental, Yemen, País Vasco, Irak, Pakistán, Casablanca, Sudán… uno puede comprender y hasta compartir que a un político bien equipado de vocación y de utopía se le hiele el corazón ante tanto dolor, que en lo más profundo de su alma sueñe con poner fin a tanto sufrimiento y lance propuestas de “procesos de paz” por aquí o “alianza de civilizaciones” por allá”.

De entre las muchas formas de terrorismo, centrándonos en el de origen islámico, el más salvaje, despiadado y universal, ¿podríamos considerar la ocurrencia de la “alianza de civilizaciones” como una esperanza, una posibilidad con base real, o se trata simplemente de una construcción de la mente, una quimera, sin anclaje alguno en la realidad? Reflexionaremos sobre ello a la luz de los textos sagrados del Islam: el Corán, la verdad revelada, y los hádices, dichos o hechos de Mahoma transmitidos de forma oral y coleccionados en distintas compilaciones. Lo abordaremos desde tres puntos de vista.

1) La organización social. La Sharia. Mientras que en el mundo occidental de cultura judeo-cristiana la sociedad civil se organiza mediante leyes aprobadas por los representantes de los ciudadanos democráticamente elegidos, quedando los textos sagrados como la Biblia, los evangelios o las cartas de los apóstoles como una orientación, un sistema moral para el cristiano en su relación personal con Dios, porque el reino de Jesús “no es de este mundo”, en el mundo islámico la Sharia, “ley divina” integrada por el Corán y los hádith, representa la guía del obrar humano y de la política. La Revelación, en el Islam, contiene todo aquello que permite resolver cualquier problema humano, sea cual fuere su naturaleza. El reino de Alá sí es de este mundo y controla todo. La teocracia igualitaria, o República Islámica, (el gobierno de Dios en la tierra) es la organización sociopolítica perfecta de la Umma (comunidad de los creyentes), donde la única ley existente, la religiosa, la sharia, es a la vez la ley civil de origen divino que rige todas las manifestaciones de la vida humana, tanto en su aspecto individual como social y político. Es el régimen vigente en Arabia Saudí, en el Afganistán de los talibanes, en Yemen y el que implantaron los Ayatollah en 1979 en Irán. El poder de éstos, en cuanto guías de la revolución, está por encima de cualquier institución civil o política. No son ni Presidentes de la República ni Jefes de Gobierno pero son la máxima autoridad religiosa y política del país. Estado y religión son la misma cosa: las transgresiones de la sharia las castiga el Estado con extrema dureza, especialmente las llamadas “ofensas hadd”, como el adulterio (castigado con lapidación), acusaciones falsas, beber alcohol, robar (con amputación de una mano), mirar la mujer a un hombre o desobedecer la autoridad de su padre o esposo (con latigazos), no llevar la vestimenta adecuada la mujer la convierte en culpable en una violación, etc.

Hay otros países musulmanes más “occidentalizados”, en donde no rige la sharia, pero miles de escuelas coránicas la enseñan, manteniendo encendida la llama de la línea más ortodoxa e integrista (contraria al cambio) del Islam, construida no solo, pero principalmente, sobre cuatro figuras paradigmáticas: Mahoma (S.VII),  Hanbal (S. IX), Ibn Taymiyya (S.XIII) y Wahhab (S.XVIII), corrientes teológicas consideradas ultraconservadoras. En estas escuelas se reclutan los mártires voluntarios dispuestos a inmolarse en nombre y por causa de Alláh.

2.-Proceso expansivo. La Yihad. Abú Huraira[3] dice: “me ha sido ordenado luchar contra los hombres hasta que declaren que no hay más Dios que Alá” (Sahih Muslim, 30) La Umma debe conseguir que la creencia, la doctrina, sea asumida por toda la humanidad, lo que requiere la puesta en marcha de un proceso expansivo que, si encuentra resistencia en otras creencias, conducirá inevitablemente a la guerra que, por tener como objetivo la propagación de la fe en Alá, es sagrada. Este es el sentido de la Yihad, citada muchas veces en el Corán, incorporando así al núcleo de la religión el componente de la violencia. De hecho Mahoma es un profeta armado que predica la religión con la espada desde el primer momento: en Medina, en La Meca después, posteriormente en toda Arabia de donde expulsa a los creyentes de otras doctrinas, sobre todo judíos y cristianos,  más adelante sus seguidores por Siria, Egipto, Palestina, norte de África, Al-Andalus, etc. Yihad significa combate por el triunfo de la fe. “Creer en Alá y participar en la Yihad por su causa son las dos mejores acciones”. Y respecto a los oponentes de la causa sagrada, como los judíos, dice: “malditos serán dondequiera que estén; serán cogidos y matados  sin piedad” (33,61). Y más: “a quienes no creen en nuestras aleyas (versículos del Corán) les quemaremos en un fuego y cada vez que su piel se queme les cambiaremos la piel por otra nueva para que paladeen el castigo (4,56). “Combatid a los infieles; Alá los atormentará por vuestras manos, los humillará y os auxiliará contra ellos (9,14) “Si morís seréis reunidos junto a Alá (3,58) y tendréis una posición de privilegio en el paraíso (4,74). La fraternidad con los no musulmanes está prohibida de forma explícita: “el creyente no debe relacionarse con quien no lo es y menos otorgarle su amistad…ni siquiera padres con hermanos…olvidar este mandamiento es infidencia” (9,23). Siguen las citas invitando a la violencia: “El creyente guerrero es el mejor de los hombres; el guerrero de Alá tendrá la mejor recompensa (Sahih Muslim 4472) [4] y el martirio por la causa sagrada garantiza el perdón de todos los pecados”. Este enfoque doctrinal da cobertura moral al pensamiento islámico más intransigente y explica la disponibilidad al martirio de innumerables voluntarios adoctrinados en el fanatismo religioso en busca de la mejor recompensa. Se combate a no creyentes y a musulmanes tibios ( Sadat fue sentenciado a muerte por una fatua [5] en 1981).

“La guerra es estratagema. Alá es el mejor de los intrigantes. Para eliminar a los enemigos en la fe se legitiman todo tipo de procedimientos, incluso el asesinato a traición, la astucia, para eliminar al infiel”. (Sahid Muslim, 4311). El fin justifica los medios aquí.

3.-Mujer. Existe una jerarquía infranqueable de sexos en el Islam. “Las mujeres son vuestra campiña: id como queráis”(2,223). “Los hombres están por encima de las mujeres porque Alá ha favorecido a unos respecto de otras…aquellas de quienes temáis la desobediencia amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas” (4,34). “Saludar una mujer a un hombre y darle la mano es adulterio” (Abú Dawud, 5192)[6]. En los textos sagrados del Islam, la mujer aparece como un ser inferior y sometido al hombre, inclinada al mal, causante del pecado de los hombres, pobladoras del infierno.

En resumen: 1) Los musulmanes tienen prohibido aliarse con no musulmanes. 2) Combatir a los no creyentes (occidente) con la Yihad es un mandato divino. 3) Hay millones de fanáticos mujahiddines dispuestos al martirio por Alá en todo el mundo y miles de mullah fagocitando nuevos candidatos. 4) Si la carrera nuclear de Irán no se frena, el cóctel fanatismo + armamento nuclear puede tener resultados apocalípticos. 5) Occidente por su parte no está dispuesto a renunciar a ninguna de sus conquistas individuales, sociales o políticas de siglos. Ante este status quo el planteamiento de una Alianza de civilizaciones se antoja más un voluntarismo noble pero ingenuo que una posibilidad real. Los mundos descritos por Campanella en La ciudad del sol, por Tomás Moro en Utopía, por Aldoux Husley en Un mundo feliz, etc. son lugares para conocer pero no para vivir instalado en ellos. Y se vislumbra para nuestra civilización un futuro en donde defender esas conquistas citadas pueda resultar tan costoso como resultó el conseguirlas. [7]



[1] S. VII. De los primeros convertidos al Islam a quien Mahoma llamó Abdullah. Tribu Ghifar. Medina.

[2] S. VIII. Unas de las seis recopilaciones de hadith más prestigiosas del Islam. 2ª en importancia.

[3] Compañero de Mahoma, algo más joven, narrador de hadith. Uno de los prohombres del Islam.

[4]  Citada más arriba. Recopilación de hadith. Siglo VIII.

[5] Fatua: dictamen judicial emitido por un especialista musulmán, mufti, ante una consulta efectuada.

[6] S.IX, autor de la 3ª compilación más prestigiosa de hádith en cuanto credibilidad.

[7] Selección de citas traducidas por el Departamento de Ciencia Política III de la Universidad Complutense de Madrid en un seminario de 2001 sobre el Integrismo en el Islam.

Volver