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Gaspar Llorca Sellés

LA MESA CAMILLA
(por Gaspar Llorca Sellés)


     Estructura armada de bastidores generalmente de madera y tarima para el brasero. Vamos a la mía, es redonda, no de cualquier redondez, sino la perfecta o sea circunferencial, de un diámetro, o sea, cuyo segmento que la parte por dos mitades iguales pasando por el centro viene a medir una braza, no llegará a tanto, si un metro o sea cien centímetros o mejor mil milímetros, digo esta tontería pero no sé, pero al medirla en milímetros,  aunque sean pequeños, son mil, que no es moco de pavo. Dejémonos de afectos y vayamos a la realidad, todo el mundo ha visto una mesa camilla, -un inciso: ¡que falta de cultura! yo creía que era una palabra junta, unida, pero se ve que no y ahora me salta la duda y no tengo ganas de ir al diccionario, dos o una: cortocircuito, pero se ve que no, como tampoco Boca Negra, el pisa papeles, el lava vajillas, el porta lámparas, y lo que añadimos a la tele: tele banco, tele basura telecontrol, teleclub, y tele fono, o teléfono, bueno que lo digan los de la Real Academia, ¿junto o separado?, me refiero a la Real, no al conjunto de ellos, y ya basta de inciso- Decíamos, como decía no sé que gran poeta o pensador, que viene a ser lo mismo porque para nada sirven en este mundo progresista y maravilloso (Dios me perdone).

 

     Y vayamos a mi mesa camilla, que no sé si me oye o se lo piensa que hablo de ella, no para de moverse como incómoda, ¡claro tonta! (me dirijo a ella) que no voy a dejarte en cueros porque nadie te reconocería, y además hace frío, y tu misión bien lo sé, es todo lo contrario, alejar el frío de los pies de muchos que con pasión y armonía han ido a refugiarse en ti y has soportado su perfume. Admiro tu misión, debe ser milenaria, (¡Salve Cesar!, ¿Cómo mantenías tus pies calientes?) admiro tu resignación jacobina o mejor hogareña, tu serenidad ante el peligro incendiario, de aguantar y aguantas al brasero lleno de brasas, humo y cenizas, y algún papel que ha tirado el abuelo (¿por qué el abuelo es tan independiente?) (¡Ay, si pudiéramos!, dice el mío)

 

     Y ahora, su ropaje, que debe ser eterno, siempre lleva los mismos, y en casi todos los hogares, claro, ella es redonda, mejor dicho circunferencial, su manto es de una redondez extrema, perfecta, la que le cubre el tablero apoyo o sea donde se ponen los libros, las tazas humeantes, el flexo, y a veces alguna pequeña maceta florida. Como queda dicho, es una circunferencia, y toda ella la cubre sin ningún arruga, y cuando llega a los bordes (se nota su nobleza, todas hechas a medida) caen a ritmo de vals hasta llegar al suelo en el que terminan con adornos. La tela es de satén, y el color un marrón oscuro con clarianas de origen, o adquiridas en el tiempo, no lo sé, sí que hace mucho tiempo que no le he visto otra indumentaria. Y ahora viene lo bueno: el tapete. Detengámonos en él, como buen tapete viste de blanco, sus celdas o celdillas, tipo panal, se extiende con una delicadeza extrema, que la arropa a la perfección y un palmo o dos de faldón caen a su rededor.

 

     Su función, de calentar muy poco, lo que consigue con su mantel, del brasero la hemos librado, ahí está el soporte que lo mantenía más inútil y sin razón que el eructo en un parado.

 

     Ahora el calor viene de la pared, es un cajón colgado casi tocando el techo que le das  a un botón y abre sus fauces y nos arroja como dragón masas de aire caliente. Dice mi vecino, que el aire al calentarse pesa más, y claro se va al fondo, que es donde estamos nosotros, y que hace el aire que nos rodeaba, pues al pesar menos se sube y… o no sabía más o yo no entendí gran cosa. Bueno que calienta el ambiente y seca las gargantas, y tienes que acampar lejos del viento que produce ese río de calor; ¡que te duele la cabeza! pues hay que apagarlo, ¡que sientes  que te fríes!, bajar el volumen, o sea que puedes divertirte sin salir de casa y a buen recaudo y calentito, bueno eso a ratos, pues ya sabes lo de la mujer no será esclava y “esclava en tot.”  Frío-caliente, caliente-frío. Hay que compartir ¡amigo¡

  

     Ahí la tengo, todos los días conmigo, todos los días del año me alberga, ni en el mismísimo verano  desaparece,  y  es  el  sostén  de  mis  desayunos, cuando le apetece presentarse con churros y chocolate es la bomba, luego la invadimos de libros, transistor, crucigramas, bolígrafos y llaves, hasta que llega el ama de la casa, lo limpia todo y  nos planta una maceta. Hoy es bonita y tiene una peculiaridad que, como dice la palabra, no es normal, resulta por lo que observo que toda ella es navideña, pero una parte es natural y otra no, mejor dicho, parte viva y parte muerta, la viva es un árbol de navidad que respira y florece, la otra por lo que veo son piñas pintadas de purpurina (obra de mis nietos), hojas de pino que brillan y una flor hecha de papel coloreado. Todo un arte, ¡temblad Miguel Ángel y Picaso!, (por poner los más chulis) que os van a arrimar cuando estos crezcan...

  

     En la parte afectiva: los pies confiaron en ella; y sus secretos, sus lances, sus aproximaciones, y hasta sus puntapiés serán siempre respetados y guardados, ¡que en paz anden!

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