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ANIVERSARIO
(por Francisco L. Navarro Albert) 


     Dicen que la juventud es una enfermedad que se cura con el paso de los años. Prefiero definirla como un estado de ánimo que suele evolucionar con el paso del tiempo el cual, inexorablemente, deja su huella en la apariencia física, por más que muchos se empeñen en quitar de aquí, añadir allá, como si fuera posible hacer desaparecer elementos que sólo pueden lograrse con el transcurso de esos períodos que conforman la edad, y que se identifican en forma de “michelines”, bolsas de ojos y códigos de barras, los cuales no hacen otra cosa sino dar fe de que se ha llegado hasta allí.

     La parte intelectual del ser humano, allí donde está (o debería estar) la razón, el conocimiento, la inteligencia, puede ser inmune al paso de los años y ajena al declive físico, si ha habido, por parte del individuo, una apuesta firme y decidida por avanzar en todo lo que le ha hecho ser racional y humano, implicándose en tareas solidarias, de desarrollo social o ampliando conocimientos en cualquiera de las facetas de la cultura y el arte, sin desdeñar -por supuesto- la valiosa aportación del diálogo, el precioso intercambio de pareceres frente a una taza de café con los amigos.

     Sea cual sea la actitud (que no aptitud), el paso del tiempo lleva anexa la carga inexorable de la edad y sus correspondientes aniversarios que dejan prueba fehaciente en eso que llamamos años, sobre los cuales bromeamos a menudo diciendo cosas así como: “yo, por lo menos, he llegado. Veremos tú”

     Bueno, pues ahora, a nuestra querida Asociación de empleados jubilados y pensionistas de la CAM, nuestra JubiCAM, le ha llegado el momento de cumplir su 25 ANIVERSARIO, lo que no hubiera sido posible sin la apuesta firme, decidida, constante, de todos quienes han (hemos) considerado que la finalización de nuestra etapa profesional no debía ser causa ni motivo para olvidar nuestras raíces ni cortar la relación con quienes han compartido durante ella las largas, a veces duras, jornadas de trabajo. Una apuesta que, en sus inicios, supuso un tremendo esfuerzo para quienes plantaron la semilla de lo que es hoy JubiCAM, esfuerzo que no les hizo temblar porque tenían en mente la ilusión de crear, de conseguir algo más que un simple sitio donde contarse “batallitas” y que hoy muestra su fruto a través de las actividades culturales, sociales, educativas, de ocio, con amplia vocación intergeneracional, ofreciendo a la sociedad ideas y soluciones nacidas a través del diálogo y el afán de servicio, demostrando que el paso de los años -lejos de ser obstáculo para el desarrollo personal- puede ser la ocasión propicia para hacer aflorar aquellas inquietudes, aficiones, que no pudieron ser cultivadas adecuadamente durante la vida activa y que han permanecido ancladas en nuestro interior.

     Un privilegio que se atribuye a los mayores (que no viejos) es el de que pueden permitirse el lujo de decir la verdad. Nuestro Boletín mensual es clara muestra de ello; sin otra censura que la propia que se imponen quienes quieran participar en su andadura y que está basada en el respeto, planteando los temas desde la óptica de no herir sensibilidades y procurando que nuestra preciosa lengua castellana, español, o como queramos llamarla, sobreviva a los ataques de incultura a los que se ve sometida a diario.

     De nada valen los propósitos si no se actúa; aunque muchos de nosotros no llegaremos a ver cumplidos otros 25 años de JubiCAM, si podemos aportar nuestro pequeño grano de arena habremos participado en la construcción de un sueño y nada puede haber más satisfactorio que sentir que hemos formado parte del equipo que ha hecho posible su realidad.

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