Ayer recibí una llamada de teléfono:

- ¿Ana?

- Sí, soy yo

- Soy… (Respetaré su nombre) ¿Te acuerdas de mí?

Sí, me acuerdo de esa compañera de trabajo con la que coincidí trabajando 5 años en una oficina de Alicante capital, entonces éramos Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, después solicité el traslado a otra dependencia y ya no nos volvimos a ver, cada una recorrió un sendero en la vida. De esto hace 25 años.

- Te he leído en Jubicam y he averiguado tu número de teléfono para poder hablar contigo…

Nos contamos en breves trazos nuestro transcurrir por la vida.

- Tengo 88 años. Te habla una anciana…, me decía.

Sin embargo su voz era tan firme y resuelta como entonces. Cuando colgué el teléfono me eché a llorar. Fue un regalo maravilloso recibir su llamada. Que una compañera de trabajo, después de 25 años investigue hasta encontrar mi número de teléfono para hablar conmigo, es algo maravilloso que nunca olvidaré y por lo que le estoy muy agradecida.

Esto ha ocurrido gracias a JUBICAM. A todos los que desde hace 25 años pusieron en marcha esta idea, lucharon por ella y están detrás, más que detrás, dentro, porque es un sentir.

Desde que estoy colaborando en el boletín, he recibido entrañables saludos que os agradezco. En ocasiones me dicen: “…te sigo la pista en el boletín…” o “…te voy leyendo en JUBICAM…”, esto me emociona y la emoción que me habéis dado ha llenado mi corazón. He reencontrado antiguos compañeros que me han dado todo su cariño y he descubierto otros nuevos que no conocía. Y es curioso porque siento que formo parte de una gran familia laboral; sea por la época que nos tocó vivir, por nuestros aprendizajes, vivencias o educación, que todo ello se ha convertido en el hilo conductor que nos aporta a todos, dentro de la escala de valores que aprendimos y que conservamos, la posibilidad de esa unión. Aunque, a veces, las palabras parece que no alcanzan a expresar todo el sentimiento que las llena, no tenemos otras. Os doy las GRACIAS.