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MICRORRELATOS

     Los microrrelatos son una propuesta literaria que por iniciativa de Manuel Sánchez Monllor incorporamos como nueva forma de colaboración de los asociados de JubiCAM a nuestro Boletín.

     Con diversos planteamientos estéticos, escritores hispanoamericanos como Borges, Cortázar y García Márquez, europeos como Kafka, Ramón Gómez de la Serna o Max Aub, han dejado obra en esta forma literaria. Al nacer el cuento como género literario, el microrrelato se incorporó en la literatura en español gracias a la renovación expresiva de las vanguardias y la necesidad de textos breves ilustrados para revistas. Se diferencian de los aforismos, las frases lapidarias, los refranes o los miniensayos, en que los microrrelatos -que en muchos casos son minicuentos- cumplen los principios básicos de la narrativa, aunque de forma concentrada. Un microrrelato o microcuento es un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje, pudiendo considerarse ejercicios de escritura y de experimentación con la pretensión de contar en una reducida extensión algo muy pequeño con un significado superior.

     Los asociados de JubiCAM podrán enviar MICRORRELATOS que contengan como máximo cien palabras. El boletín, publicará en esta nueva sección los que reciba de distintos autores agrupados en una misma página. Confiamos en que participen un gran número de asociados que han demostrado sus capacidades en narrativa, ensayos y cuentos. Simultaneando con aquellas modalidades podrán hacerlo también en este nuevo formato. Como ejemplos reproducimos microrrelatos con el nombre de sus autores. En algunos se indica el número de palabras utilizadas:

“Este tipo es una mina” de Luisa Valenzuela (44 palabras).- No sabemos si fue a causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo está explotando. Como a todos nosotros.

“Carta del enamorado” de Juan José Millás (35 palabras).-   Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.

 “El Bosque” de Braulio Llamero.- Era un niño pobre y feliz que se perdió en el inmenso bosque de calles y edificios de una gigantesca ciudad. Lo encontró y adoptó un experto en Bolsa del próspero distrito financiero. Nunca volvió a ser pobre. Ni feliz.

“El rayo que cayó dos veces en el mismo sitio” de Augusto Monterroso.- Hubo una vez un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.

“Post-operatorio” de Adolfo Bioy Casares.- Fueran cuales fueran los resultados –declaró el enfermo tres días después de la operación- la actual terapéutica me parece muy inferior a la de los brujos, que sanaban con encantamientos y con bailes.

“A primera vista” de Poli Délamo.- Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave; estaban hechos el uno para el otro.

“Motivo literario” de Mónica Lavín.- Le escribió tantos versos, cuentos, canciones y hasta novelas que una noche, al buscar con ardor su cuerpo tibio, no encontró más que una hoja de papel entre las sábanas.

“Amor 77” de Julio Cortázar.- Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

“Don Quijote cuerdo” de Marco Denevi.-  El único momento en que Sancho Panza no dudó de la cordura de don Quijote fue cuando lo nombraron (a él, a Sancho) gobernador de la ínsula Barataria.

“El dinosario” de Augusto Monterroso (7 palabras).-   Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

“Ser feliz” de Manuel Sánchez Monllor (13 palabras).-   Vivió preocupado por saber si era feliz. Lo supo cuando dejó de serlo.

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