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Manuel Gisbert Orozco

 

LA VIA VERDE

(por Manuel Gisbert Orozco)


     Don José Canalejas y Méndez tenía una especial predilección por Alcoy, posiblemente debido a su amistad con el industrial alcoyano Don Carlos Pérez.

   

     A caballo de los siglos XIX y XX ocupó diversos puestos en el gobierno de España, llegando hasta Presidente del Consejo de Ministros.

  

     El cariño era recíproco y los alcoyanos lo eligieron, en 1891, para que los representara en el parlamento por la circunscripción de Alcoy y lo reeligieron, cada legislatura, hasta su muerte en 1912, cuando fue asesinado por Pardiñas mientras contemplaba los libros del escaparate de la Librería San Martín de Madrid.

  

     En agradecimiento a esa lealtad financió la construcción del viaducto que lleva su nombre, único que salva el barranco del río Molinar a la altura de la ciudad; la explanación de la carretera a Callosa de Ensarria, que une Alcoy con la Marina Baja, y por último, su magno proyecto que era unir Alcoy y Alicante por ferrocarril, para poder darle una salida marítima a los productos alcoyanos a la vez que acercaba Alicante a Valencia sin tener que dar la enojosa vuelta por la Encina.

 

     Solo en los doce primeros kilómetros, desde Alcoy hasta El Estepar, tuvieron que construirse doce túneles y cinco viaductos. Después los obstáculos se simplifican y la explanación hasta Agost se realizó sin problemas. Solo faltaba poner los raíles y llegar hasta Alicante que estaba a tiro de piedra. Pero llegó la guerra civil y el proyecto se fue al traste cayendo en el olvido. Alguna administración posteriormente trató de relanzarlo, pero sin éxito.

  

     Mientras los túneles, faltos de mantenimiento, se deterioraban y en las bocas hubo algún que otro derrumbe que obligaron a tapiarlos para que no fueran utilizados y evitar problemas.

  

     Finalmente alguien tuvo un atisbo de “trellat” (sensatez) y convirtió lo inútil en una maravillosa Vía Verde. Se restauraron los desperfectos, se puso luz en los túneles y se pavimentó la mitad del ancho de la vía dejando la otra mitad en su estado natural. Dentro del casco urbano de Alcoy los túneles  y los viaductos han sido adaptados para el tráfico rodado y peatonal y el resto de la explanación pronto será un moderno bulevar.

  

     Miles de alcoyanos han sustituido el tradicional paseo de “dar la vuelta a los puentes” de apenas dos kilómetros de recorrido, por el de la “Vía Verde”, que si lo abandonas a la altura del Polideportivo y regresas a Alcoy por la Beniata, son 7 km. y si lo haces completo y regresas por el mismo sitio, son 25 km. Un buen entrenamiento para posteriormente hacer el Camino de Santiago.

 

     El recorrido puedes hacerlo a pie o en bicicleta sin ningún peligro. Aunque en ocasiones, normalmente al anochecer, puedas toparte con alguna familia de jabalíes que procedentes de la Fuente Roja atraviesan el camino para saquear los sembrados de las masías de pre-parque.

  

     El puente más famoso que se atraviesa, de casi 300 mts. de longitud, es el de las “Siete lunas”. La gente continúa creyendo que debe su nombre a los siete arcos, o lunas, que conforman su estructura, aunque en realidad no son siete, sino ocho los arcos. Sin embargo su nombre se debe, y eso pocos lo saben, a que atraviesa el barranco de las Siete Lunas y no me pregunten a qué se debe tan poético nombre porque todavía no he podido averiguarlo. Tal vez mi amigo Antonio Cardenal lo sepa.

  

     A esta altura de la vía puedes encontrar alguna que otra serpiente tomando el sol sobre la parte asfaltada de la vía y que lentamente huyen cuando detectan la proximidad de algún viandante. No es extraña esta situación  y yo personalmente la he comprobado al toparme con un ejemplar de más de dos metros, pues al inicio del este barranco se encuentra el “Racó de Sant Bonaventura” en donde se localiza el Más del Racó y antiguamente dos molinos harineros que quedaron en desuso cuando la corriente del río se declaró impotente para mover sus ruedas.

  

     Cuenta una vieja leyenda que abundaban tanto las serpientes, por otra parte inofensivas, que cuando alguna mujer de las que habitaban la zona, amamantaba todavía  a su hijo, aun en las noches más tórridas del verano, no tenía mas remedio que cerrar las ventanas de su habitación si no quería que alguna serpiente entrase por la noche para succionar sus pechos mientras dormía a la vez que introducía su cola en la boca del bebé para entretenerlo y que no despertara con su llanto a la madre.

 

     Caminante, si de verdad te gusta pasear, no dejes de disfrutarlo. ¡Es único!

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