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LA ESCRITURA EN LA PARED

(por Matías Mengual)

Matías Mengual


     Un hombre se dirige a un sabio iluminado y le pregunta por el significado de la vida. El sabio, entonces, le resume la visión hinduista, diciéndole que este mundo no es más que el supremo Brahman o la Divinidad, y que su propia conciencia es una con Brahman, o sea, que su Yo profundo es uno con Dios. Y, dado que Brahman lo crea todo y puesto que su Yo Superior es uno con Brahman, su Yo Superior lo crea todo.

     Luego, el hombre vuelve a su casa, convencido de que ha comprendido el sentido último de la vida: que su Yo profundo es realmente Dios y que él es el creador de toda la realidad. Y, en el camino de regreso a su hogar, ve aproximarse a un elefante y decide comprobar tan sorprendente noción quedándose de pie en mitad del camino, convencido de que, si es Dios, el elefante no le dañará, haciendo caso omiso de los gritos del conductor que le advertían que se apartara de su camino y permaneciendo impávido en medio del camino hasta que el elefante termina atropellándole.

     Entonces, renqueando, vuelve nuevamente a visitar al sabio y le recrimina que si realmente Brahman, o Dios, lo fuera todo, y si su Yo fuera uno con Dios, el elefante no debería haberle herido. “Ciertamente, todo es Dios”, le respondió, finalmente, el sabio, “pero ¿por qué no le hiciste caso cuando Dios te pedía que te apartaras de su camino?”

     Es cierto que el Espíritu crea toda la realidad y también lo es que, en la medida en que seas tú uno con el Espíritu, seas también esa misma actividad creativa. Pero, claro, esa actividad creativa no sólo se manifiesta en tu conciencia sino que lo hace en todos sus otros dominios. En consecuencia, si interpretas el despertar espiritual exclusivamente en términos de un Yo Superior, ignorarás a Dios en todo lo demás –ignorarás al elefante−, pensarás que no es real, que no es importante y pasarás por alto todos los componentes conductuales y culturales tan indispensables para la auténtica transformación. Puede ocurrir que la intuición sea genuina pero que la interpretación termine tergiversando completamente las cosas impidiéndote llegar a expresar plenamente el Espíritu que eres.

     Conectar con el Yo Superior no es, pues, el final de todos los problemas sino el comienzo de una nueva singladura. No eres tú quien crea tu propia realidad; serán los psicóticos quienes así lo crean, o ciertos grupos empeñados en obstaculizar la evolución espiritual. Si ignoras todo eso, más pronto o más tarde te verás arrollado por algún tipo de elefante (uno de los virtuales dueños absolutos de la modernidad). Por lo tanto, cuanto más en contacto te halles con el Yo Superior, menos has de preocuparte por el Mundo.

     No hay que olvidar que las superficies, como las paredes, se ven, pero las profundidades son interpretadas. La forma en que interpretes la profundidad resulta decisiva para la posterior emergencia de esa misma profundidad. Así pues, sólo una interpretación certera favorece el futuro ascenso del Espíritu.

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