Vienen los Reyes de Oriente;
ya se oyen los caballos
que con sus cascos golpean
el viejo camino a su paso.
Hay camellos bien cargados
de finos regalos, presentes
para un Dios Niño nacido
para entregarse a la muerte.
Los pajes llevan las riendas
bien asidas de la mano
y sujetan firme a las bestias.
Los fardos están bien atados.
Miran los Reyes al Niño
el Niño se queda mirando.
Cerca, unos pastorcillos,
entretienen la noche cantando.
En el cielo, una estrella
brilla, allá en lo alto
y sobre el pesebre se queda.
Hacia Belén va guiando.
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