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     ¿DÓNDE ESTOY?    
(por Ana Burgui)


Voy por un camino lleno de piedras, voy tirando de un burro, mi padre delante de mí lleva otro burro cargado con mantas y leña, mi hermano, menor que yo, lleva una cabra con una cuerda.

-¿Nos hemos perdido? pregunta mi hermano.

-Calla-, dice mi padre.

Seguimos avanzando, le estamos dando la vuelta a la colina. A lo lejos se ven varias antorchas nos dirigimos hacia ellas. Aunque es noche cerrada, hay una extraña claridad blanca que lo envuelve todo, será la luna que brilla con fuerza, y en el cielo ya no caben más estrellas, nunca he visto tantas. Me envuelvo hasta la cabeza con el manto verde de lana tosca que me abriga, hace frío. Mi hermano va saltando con la cabra creo que para entrar en calor.

-Ten, cúbrete la cabeza con esto-, le doy un trozo de piel de borrego.

-¿Falta mucho?-, me pregunta en voz baja. Me encojo de hombros.

Ya estamos en el camino que hay al pie de la colina, va más gente caminando como nosotros; uno lleva una gallina que aletea constantemente, solo quiere escapar. Algunos son pastores, se les nota en el cayado, en el zurrón, se saludan o hablan un poco, pero se guarda un silencio recogido y atento. Por fin se ven a lo lejos unas casas casi derruidas que están al final del pueblo, un pequeño resplandor de una hoguera y las sombras negras de la gente que se dirigen hacia ella. Nos acercamos. Algo nos hace sonreír y nos saludamos aunque no nos hemos visto nunca. Alguien le da un trozo de lana a una mujer para que envuelva sus pies sangrantes. Seguimos avanzando hacia aquella hoguera, ya estamos cerca, hay más gente con antorchas y se mezclan los sonidos de los rebuznos, los gallos, los cerdos y ovejas. Miro a mi padre y a mi hermano, nos sonreímos y la expresión de los ojos es más dulce. Ya estamos delante de la hoguera, la gente entra por ese hueco derribado en la pared y sale por el otro lado, formamos una fila, hombres, mujeres y animales. Al entrar van dejando en un rincón en el suelo, las gallinas, los cerdos, la leña, las mantas. A la derecha, ante un fuego, una mujer con su manto de lana tosca cubre con su cuerpo casi por completo la pequeña envoltura de un niño que llora. Me paro ante él, en el burro llevo colgando una jarra con miel, se la doy a la mujer que le pone con sus dedos miel en la boca al niño y deja de llorar. Me sonríe. Se acerca un hombre con una manta en las manos y los cubre en un abrazo. No sé que siento pero me desborda.

Me empujan, casi estoy a punto de caer.

-Perdone- me dice un joven presuroso que arrastra una maleta.

Miro a mi alrededor, estoy en un centro comercial, esta lleno de gente que entra y sale de las tiendas, que sube y baja por las escaleras mecánicas, las luces  me deslumbran y la música me aturde, son villancicos, estoy frente al belén; extenso en sus detalles, sus montañas, su río, sus pastores, todo…, pero mi vista se fija en ese camino al pie de la colina y sus figuras, un hombre con un burro, una joven con una capa verde y un niño con una cabra.

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