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LA VOLUNTAD
(por Gaspar Pérez Albert)


      Escribí en una colaboración anterior que basándonos en nuestra innata inteligencia, que en mayor o menor grado todos poseemos, la experiencia y el sentido común  generan en cada uno de nosotros la creatividad suficiente para salir airosos de todos los retos que nos plantea nuestro vivir cotidiano. Sin embargo, las ideas, que nacen en nuestra mente, precisan de algo más para su manifestación y ejecución precisa y puntual. Y ese algo más suele nacer en el corazón, que es quien tiene la fuerza necesaria para ayudar a llevar a cabo cualquier acción. Esa fuerza no es otra que la fuerza de voluntad.

      Por consiguiente, la voluntad puede ser fuerte o débil, buena o mala, o lo que es lo mismo, positiva o negativa. Y no cabe duda de que una voluntad muy fuerte nos hace capaces de superar los más arriesgados e inverosímiles obstáculos, lo cual nos suele llenar de satisfacción y alegría, mientras que los de voluntad débil, aunque en apariencia disfruten de una vida más cómoda y relajada, no sentirán casi nunca la satisfacción de un trabajo bien hecho o una meta conseguida. Por otra parte, los de buena voluntad hallarán felicidad sabiendo que no desean perjudicar de ningún modo al prójimo y serán, como dice la Biblia, bienaventurados.  No ocurrirá lo mismo, sino todo lo contrario, a aquellos de voluntad negativa o nula, que, aunque en un momento puntual puedan sentir la satisfacción o el gozo de vencer o perjudicar a otros, a la larga, puede que sientan remordimientos y quizás su conciencia les recuerde constantemente su negativa acción.

      La voluntad es similar al deseo porque ambos nacen en el corazón y son su propio vehículo hasta nuestra mente a la cual llevan las órdenes para ejecutar las acciones necesarias para que se cumpla la correspondiente voluntad o deseo.

      Querer o no querer. Eso es la presencia o ausencia de voluntad. Y los que carecen totalmente de ella, es decir, los de voluntad nula, suelen ser gentes acomodadas que pueden permitirse el lujo de rodearse de asesores, colaboradores, ayudantes y asalariados que lo hacen todo por ellos, incluso, a veces, hasta pensar. Su vida es placentera y sedentaria, pero cuando les falta alguno de sus apoyos, o cuando su fuerza física o mental, por ley de vida, se va debilitando, se suelen sentir muy mal y sufren porque quizás no son capaces de superar los retos más o menos difíciles, que les plantea la vida. En cambio, gentes más modestas que soportan carencias de muchas cosas, no pueden permitirse la falta de voluntad, porque, de hecho, su necesidad les empuja a generar la fuerza de voluntad para cubrir o mitigar tales carencias.

      Se comprenderá fácilmente por lo escrito que seguramente la voluntad es lo más importante, para que la inteligencia, con la experiencia y el sentido común puedan llevar a cabo la aludida creatividad. Querer es poder, reza un dicho conocido con toda veracidad, que es lo mismo que decir, según mi opinión personal de profano en la materia, que con una cierta dosis de voluntad se consiguen muchísimas metas. Ahora bien, si no se quiere… 

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