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LA EMERGENCIA DE LA FAMILIA HUMANA

(por Matías Mengual)

Matías Mengual


            Como para abrir boca: “Creo que hay una tendencia fácil y generalizada que debemos combatir, la de  designar como nuestro primer enemigo aquello que acaba de ocurrir, como si siempre fuera la peor forma de opresión de la que nos tenemos que liberar. Esta simple actitud implica una serie de peligrosas consecuencias: primera, una tendencia a buscar una forma barata de arcaísmo o una antigua forma imaginaria de felicidad que la gente, de hecho, nunca tuvo. En este odio al presente, hay una peligrosa tendencia a invocar un pasado totalmente mítico”. (Michael Foucault)

 

            La cita de arriba, aplicada al devenir, y no a nuestro estado físico, es lo que nos hace suponer que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque si no…. ¿cómo puede ser que muchas personas reverencien actualmente a supuestas sociedades tribales de hace un millón de años por su “sabiduría ecológica”, su “respeto por la naturaleza” o su “comportamiento no agresivo”, sin que la evidencia permita sostener este tipo de asertos? O ¿cómo puede presumirse que nuestros ancestros, sin sobrepasar los 22 o 23 años de vida, alcanzasen actitudes admirables como la de “cuidar el medio ambiente”? Pese a todo, muchas feministas creen que en aquellos primitivos estadios las mujeres estaban en su punto de poder más elevado.

 

            De acuerdo con que todos debemos reconocer y respetar los muchos y grandes logros de las culturas más antiguas de todo el mundo y tratar de conservar e incorporar su sabiduría…, pero sin ser cómplices de engaños. En el estudio de género y sus diferencias, lo que hace falta inicialmente es un conjunto de constantes que reconozcan ciertas diferencias de función sin ambigüedad: Las mujeres dan a luz y amamantan; los hombres, como media, tienen una ligera ventaja en cuanto a fuerza física y movilidad. ¿Arroja, acaso, alguna luz sobre la guerra de géneros de nuestros días la sucesión de una época bajo el gobierno o dominio de la madre? Parece ser que no.

 

            Con el artículo titulado “Sin victimización femenina”, decíamos el mes pasado que la invención del arado supuso una autentica transformación: Añadiremos hoy que los bandazos de la esteva provocaba abortos, acabando los hombres por encargarse finalmente de todo el trabajo productivo. Hasta entonces, la única relación de tipo familiar que existía era entre la hembra y sus crías, y entre hermanos. El rol de padre no existía. No se permitía el incesto entre madres e hijos; pero entre padre e hijas no existía barrera incestuosa alguna. La procreación era necesaria. La solución mejor: la exogamia. La debemos a los cazadores: Gracias a sus andanzas aumentaron los emparejamientos con mujeres de otras tribus. 

            De entre todo lo apuntado, me parece destacable la emergencia de la familia humana, surgida gracias al rol de padre al facilitar que las dos esferas de valores, masculina y femenina, se pudieran conectar. Obviamente, la evolución constituye un proceso trascendente que incorpora lo que era anteriormente y le agrega componentes insólitamente nuevos.

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