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¿SÍMBOLOS?
(por Gaspar Llorca Sellés)


     Bosque de libros, maraña de ellos, ejemplares majestuosos y otros modestos, todos categóricos, nuevos y viejos, eternos, leo sus lomos y me sugiere hebreo, griego y latín, alcanzo el nombre de algunos autores: Aristóteles, Sócrates, Platón, Homero, Santo Tomás y San Agustín, La Iliada y la Odisea, la Vulgata, Egipto, Atenas, Roma, Cartago, Séneca, Dante, o sea toda la cultura judeo-cristiana. Hay claros catalogados en castellano, vírgenes o trasladados, de grandes hombres: Pascal, Nietzsche, Schopenhauer, Goethe, Unamuno, todos de nombres conocidos y admirados más por referencia, y tan solo recordándolos me lío de pies y cuerpo, y bajo mi empacho cerebral pido y ruego recibir alguna migaja de su saber con la duda de que quepa en mi infausto cerebro. Embriagado del vino de esos posos de los que sueño beber, cojo una cogorza de las de no te menees y, monosilábico de lengua y farfullo de ideas, entro en un estado de placer celestial que aniquila, y…, sin espacio ni tiempo caigo tendido en el suelo de la ignorancia y la fría realidad ¿Realidad? ¿Verdad? ¡Qué más da! ¡Levántate y anda! Y, ¡Dios! Gracias por tu misericordia, por tu frase que me limpia de todo efluvio físico y psíquico, y fresco como lechuga sigo avanzando por aquel barranco de luces y colores, de estrellas (¿las del golpe?, puede ser) y salto a un sendero distinto que conduce a otro bosquecito lindo (como diría el argentino) en donde el pasaje o paisanaje cambia por completo, los tomos y libracos de antes se han vuelto mucho más reducidos, leo o pienso leer, nombres de teoremas y leyes, sentencias, y principios, Arquímedes, Newton, Euclides, Galileo y filósofos modernos, investigadores y científicos, descubridores de lo no revelado, física y química, matemáticas, ciencias exactas; Y, hay una niebla que los alberga y, esa niebla exhuma tentación y presunción, ese escalón más y nos convierte en divinidades, compañeros del Creador.

     Y todo esto a qué viene, me pregunto, y siempre, lo temido, no hay respuesta: la esencia del hombre es divina o demoníaca. Y la verdad, creo que no he quedado bien después del trompazo que me he dado, y medio tarumba distingo entre tantos artilugios y preámbulos de inventos, una simple cabaña que con intermitencia se trasforma en un palacio para volver a la humilde morada; mi arraigo cristiano me hace ver el portal de Belén, el paritorio celestial, y con un refriego de ojos me acerco más y más, y vaya sorpresa, a las puertas del mismo no hay un viejo de luenga barba blanca sentado en rústica piedra y con un largo cayado en la mano, no, es un niño, un muchachito alegre y juguetón, de una felicidad infantil que me mira y con solo su mirar sabe mi pregunta:

     - ¿Que quién vive aquí? ¿Algún dios menor? No es cosa mía, señor, usted puede ponerle el gentilicio que le dicte su conciencia, mi misión es otra. El Amo es sabio y poderoso, lo reconoceréis o lo sentiréis por su eterna preocupación por vuestra humanidad, solucionándoos verdaderos problemas, dándoos luces para que por vosotros mismos descubráis cosas inauditas y siempre con vosotros, a pesar de vuestro olvido y menosprecio. Desovillo el misterio y os vislumbro algo de entendimiento, es todo lo que se me permite: al Amo lo tenéis siempre entre vosotros, representándose de mil maneras pero su esencia es redonda, es el sol, es la luna, las estrellas, la misma tierra, las cabezas humanas, es dos partes idénticas que forman un uno, es la rueda, y hasta el alma se mueve en sentido circulatorio. Un ejemplo que se me ocurre, no sé si acierto; cuando juega con vuestro sistema decimal, redondo y con un valor absoluto tanto que es y no es. Sí, si señor, es el que bautizasteis con el nombre de Cero, simbolizado con 0. Y pasemos dentro del templo, y obtendrá más luces explicándole los símbolos que lo revelan; mire aquí -parándose en el primer atrio-, al Amo cuando su posición es a la izquierda de las cifras, dice el rótulo que al igual que cuando anda solo No Vale Nada.

     - Sí, recuerdo de pequeño, a un vecino del que decían que en su casa era un cero a la izquierda, luego me enteré el porqué de dicha cotización.

     - Pasemos a esta otra capilla. Me dice el manual que en esta que según su posición tiene un valor distinto, véase el ejemplo del año actual, 2010, si se le quita en la primera posesión la cifra se reduce a 210, y si es segundo a 201, y si los dos a 21. Si vamos añadiéndolo a la derecha adquiere el valor de Infinito, de no valer nada ello.

     - ¡Oye joven, que el infinito es Dios y no creo que un número cero lo sea!.

     - Soy claro y cristalino como el agua pura, interpretarlo es cosa humana y si de ello depende su destino, no le puedo decir porque no lo sé si cierto o erróneo. Y sigo con mi programación, con el idéntico ejemplo anterior: año 2010, si añadimos un cero al lado del primero que figura se vuelve en 20010 y se es en el del final 20100 y puede observar que en esta operación la segunda conjetura aumenta su valor y en el primer ejemplo disminuye.

     - Vaya, éste de enfrente debe ser como el altar mayor por su lujo y esplendor, aunque no lo veo por ninguna parte, sí, observo una esfera o bola del mundo toda de oro situada en el centro.

     - ¡Me ha tentado! -Responde el niño-, llevo algo de humano en mis venas y a veces mis respuestas son humanas y revelo cosas que no debería. Esa esfera que dice usted es la humanización del cero, ya no es símbolo, es imagen, y esa imagen es el nuevo rey del universo. Todo habitante del planeta le adora, las masas se juntan tanto para adorarle y bendecirle como para maltratarlo o sea, admirarle. Sus parábolas, su velocidad, sus direcciones son seguidas por millones de ojos que suspiran, alaban o reniegan. Es el dios más universal y no hay semana que no vayan a venerarle, blancos y negros, amarillos y cobrizos, mujeres y hombres jóvenes y viejos, todos con un respeto inaudito lo aclaman y lo siguen. Ha desplazado a todo los demás símbolos que hasta ahora venerabais, y le habéis dado tanto poder que nadie sabe donde os arrastrará al nombrarle dios único siendo que es parte.

     - ¡Dios, quiero despertar de esta pesadilla! No más ideas escandalosas, ceros, ruedas y leches, y no pararé hasta que deje de ser un bípedo con cerebro grande y redondo.

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