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La esquina

Gaspar Llorca Sellés ____________________

 

 

 

 

La esquina, proa de la confluencia de dos calles diferentes, emerge firme y  silenciosa, altanera del destino que le proporcionan sus viandantes. Augura un día bello al recibir la iluminaria causada por el paso de unas piernas jóvenes y hermosas que muestran su total longitud en una belleza sobrecogedora; ¡amor a la vista!  ¡Libertad, gracias! Tardaste en venir pero llegas con ímpetu. ¡Ya soy europea, basta de vasallaje!, suspira la esquina. Y ¡son  locales!, ¡nuestras!, de la tierra, sigue reflexionando, y a las admiradas suecas y francesas les hemos alcanzado y pasado con nuestra gracia milenaria, y que nos viene de nuestro Mediterráneo, ese mar lleno de cultura y bellezas con las que tanto ha adornado este mundo. Es su pase, sigue pensando la esquina en un estado de conmoción, es pasarela de modelos desafiantes y provocativos que llenan de orgullo este rincón patrio.

     Doblan estas extremidades majestuosas el ángulo de la esquina, vértice que une  dos planos adyacentes distintos, uno de materiales nobles que le da un matiz  poderoso y distinguido, y el otro, a pesar de compartir vecindad, ya nació inferior en clase y alcurnia y muestra su humildad.

     Ellas, las piernas, al cambiar de calle, al coger la más meridional, dan un requiebro ágil y preciso esquivando a un perro que con pata trasera levantada riega la pared con probabilidad de otras mojadas; por postura y modo, debe estar participando en algunos ritos que la esquina desconoce aún pese a su constante observación. Sospecha, imagina sea lugar de peregrinación por las continuas visitas que recibe de congéneres caninos, que actúan todos con menosprecio a las prohibiciones y avisos que la curia higienizada implanta, y en esa osadía olvidan y desatienden la mancha sulfurosa  que prohíbe y amenaza. Y esos olores que se desprenden anunciarán amores y requiebros, y algo más, por qué no, sigue intrigándose, que tal vez sean ritos sagrados del mundo canino.

     Repentinamente, por el espacio de la calle principal viene una voz infantil clamando a su querido abuelo: ¡Yayo! ¡Abuelo, yayoo!, una, dos y más veces.

     Sale del portal el señor, angustiado, y dirigiéndose al muchachito lo levanta en vilo y entre besos, le pregunta: -¿Qué te pasa, mi niño?  ¡Qué te ocurre!

     –Nada abuelo, ven a ver, va a pasar la serpiente, serpiente… ¡ya no me acuerdo! ¡Sí, sí! una serpiente multicolor.

     –¡Jesús!, balbucea el anciano dándole una tonalidad de misterio; y cogidos de la mano corren a formar la hilera de espectadores que rodean la carretera: Es la vuelta ciclista a España. La  multitud opina, discute y admira, y alienta con gran vocerío a los corredores: “Ese es fulano, un holandés, aquél, el de rojo, es italiano, y el último es el nuestro, que a pesar de su posición recibe una gran ovación”. Van muy rápidos, pronto la serpiente es recuerdo que deja boquiabiertos y algo sumisos a los espectadores, hasta que la caravana partícipe, con músicas, pitos, sirenas, ruidos, altavoces, y las motos policiales, completa el espectáculo.

     –Abuelo, ¿has visto por qué se le llama serpiente multicolor? ¿No lo habías oído nunca?

     –Sí, tiempo, hace mucho tiempo, fue en la dictadura, se repetía mucho en las gentes, en periódicos y radios. Corría el bulo que era palabra que le gustaba mucho pronunciar al dictador y que la aplicaba en muchos sentidos. Así medio en serio medio en guasa la serpiente multicolor hacia sus estragos. Verdad o mentira, invención de los adictos o de los adversarios, yo no lo sé. Sí sé que en la democracia desapareció, por eso mi sorpresa ha sido grande al oírtela a ti. Me ha alegrado mucho pensar que la gente olvida, que no hay que estar tan pendientes de lo que se hizo en épocas anteriores aunque fuese horrendo, porque ello nos trae odios y rencores que a nada conducen. Lo valioso es pensar en el presente y en el futuro buscando el bien común y el perdón, eso hace al hombre grande. Y ¡vaya tostón que te estoy dando! Sigue jugando, pero dame la maquinita, por favor, yo la guardo; y coged las bicis y a serpentear aunque sea en blanco y negro.

     La tarde se viste de pijama a rayas, son azules y de un rojo encendido; se está acostando el rey de la casa, y mañana con una puntualidad de realeza lo tendremos de nuevo. En el canto han silbado, la ventana se abre y un pañuelo blanco se agita. ¡Cuántas esquinas han sido testigos de amores!  Esta que es vieja y que en otros tiempos la bautizaron La Alcahueta por la multiplicidad de su trabajo. La alcaldesa democrática con la aprobación de dos terceras partes del pleno, ha decidido limpiar esa indicación femenina y ahora con colores y todo (como la serpiente multicolor) responde al nombre de “Correveidile” que es más bisexual. Y también con mucha razón y lógica, pues son muchos del género masculino los que han entrado en esa profesión.

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